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Testimonios egipcios de tiempos inmemoriales por ejemplo, nos hablan del culto a “Ra” el dios sol, y la historia de la Grecia Neolítica, de la adoración que prodigaban a las fuerzas sobrenaturales los habitantes de aquellos días; aparece la mitología Griega con el dios Zeus a la cabeza de una gran familia de dioses humanizados y años después, el teatro coral con himnos compuestos en honor a Dionisio, dios del vino y la vegetación; cantos que surgen entre la humanidad como el principio de un rezo, como una alabanza que se eleva con la intención de ser escuchada por lo divino. En los albores del Primer Testamento, descubrimos también el afán del hombre por ofrendar, por rendir culto, por ser escuchado por lo Eterno, y es así como nos encontramos con holocaustos y sacrificios, seguidos en la evolución de la historia por el ejemplo de grandes patriarcas, que con su fe inquebrantable, inspirados en la comunicación de espíritu a Espíritu con el Dios único, encontraban las respuestas para guiar la vida de sus pueblos. Nos regocijamos con los Salmos de David y con el Cantar de los Cantares de Salomón, plegarias llenas de poesía inspiradas en el amor a Jehová. He ahí el ejemplo de Moisés, aquél guía de multitudes que obedeciendo la voluntad divina, llevó a los Israelitas hasta las puertas de la tierra prometida, y por último, la visión profética de los iluminados que, logrando un éxtasis espiritual a través de su oración elevada, fueron capaces de descubrirnos los secretos de los días por venir. En nuestro mundo actual se han olvidado los ejemplos del pasado, la humanidad ha perdido el interés para buscar en la lucha íntima de aquellos hombres de antaño las respuestas que la guíen a lograr aquella oración íntima y espiritual que llevó a los iluminados a gozar de la comunicación directa de espíritu a Espíritu con lo divino. Y es así como vemos al hombre de nuestros días, afanado por inventar nuevas formas materiales de petición, nuevos medios que hagan más fácil el camino para lograr ser escuchados por Dios, aunque esa comunicación solamente sea un camino de ida y no de regreso. Es por esa razón que surgen nuevos ritos y nuevos amuletos que le permitan pensar al hombre que a través de ellos podrá lograr que su voz sea escuchada por los oídos divinos, y hace uso por ejemplo, de diferentes tipos de collares de cuentas que le permitan llevar un conteo del número de oraciones que se repiten en forma mecánica, de cajas cilíndricas que giran sobre su eje con peticiones escritas, de banderas blancas que sean símbolo de una plegaria, de alfombras, de muros, de imágenes, de bailes y cantos y de tantas otras cosas que se le puedan ocurrir como medios de comunicación, sin recordar lo esencial: Dios no necesita que lo busquemos en el cielo o en el más allá, porque Él vive dentro de cada uno de sus hijos, como el Divino Maestro decía: “Dios está más cerca de nosotros que nuestras propias pestañas;” tampoco será el que más fuerte llama o el que más rezos repite quien será más escuchado, porque Dios a todos escucha, aún a aquellos que ni siquiera se atreven a formular una oración o un pensamiento; es ahí, en la intimidad de nuestro propio ser, donde debemos buscarlo. Mas ¿cómo lograr algo que en principio suena tan fácil, pero en la práctica pareciera casi imposible? ¿No será que lo que sucede es que no hemos comprendido lo que es una verdadera oración? Desde hace varios años en que comenzamos ha publicar este boletín, hemos tocado el tema de la oración en diferentes ocasiones, desde diferentes ángulos, y hemos analizado lo que la palabra de nuestro Padre nos ha enseñado acerca de la verdadera comunicación de espíritu a Espíritu con su Divinidad; sin embargo, muchos hermanos nuestros nos han solicitado que nos adentremos en la oración que Jesús legara a sus apóstoles, y es por eso que hoy, retomando el tema, pero buscando nuevas fuentes que nos hagan comprender lo que para todos debería ser natural, o sea la comunicación entre el Padre y sus hijos, haremos un análisis de la oración que Jesús nos enseñara y que es conocida como “Padrenuestro”, esa plegaria que ha sido repetida sin cesar por la humanidad, pero sin comprender completamente su significado y sin llegar a entender la razón por la que nuestro Padre le ha llamado “la oración modelo”. ________________________________________________________ «¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§« ¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯ - La oración modelo Como esta frase bien lo indica, la oración de Jesús fue puesta como un modelo de lo que necesitamos para elevarnos en una verdadera oración; el Divino Maestro no enseñó a sus apóstoles esa plegaria para que los hombres la repitieran como una letanía, sino para que comprendieran a través de ella, la forma de lograr la comunicación de espíritu a Espíritu con nuestro Padre. Al hacer un análisis del Padrenuestro, tal vez les suceda lo mismo que a muchos de nosotros que al tratar de comprender el verdadero sentido de esa oración, llegamos a la conclusión de el único que podía elevarla al Padre era precisamente el Mesías, ya que Él con su vida y su ejemplo, cumplió al pie de la letra cada una de las partes que la componían. Cada uno de nosotros debe componer sus propias oraciones, con pensamientos, palabras y obras, y mientras más nos adentremos en la práctica de ellas, más elevadas y espirituales serán. Cuando los apóstoles pidieron al Divino Maestro que les enseñara a orar, Él dijo: “Cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en lo público”. Mateo 6:5-6 ¿Cuál es ese aposento del que habla el Divino Maestro? Ese aposento es el rincón más íntimo de cada uno de nosotros, es el interior de nuestro corazón; es ahí donde el Padre nos espera, en ese templo que cada uno lleva dentro de sí mismo, porque siempre está con nosotros sin importar donde nos encontremos, puede ser en medio de la más cruenta batalla o en el silencio de nuestra habitación. Nuestra oración debe ser silenciosa y espiritual, no es necesario que nadie se de cuenta del momento en que elevamos una plegaria, y ese momento, puede ser cualquier momento. “Y orando no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosa tenéis necesidad, antes de que vosotros le pidáis” Mateo 6:7-8 ¿Por qué piensan algunos que mientras más repitan un rezo, más los escuchará Dios? ¿Es acaso un Padre sordo que necesita de nuestra insistencia para que podamos ser escuchados? La razón por la que Dios nos pide que oremos no es para recordarle sus obligaciones de Padre, sino para que aprendamos a desprendernos de la materialidad que no nos permite olvidarnos de nosotros mismos para ocuparnos de nuestros hermanos y para que en esa práctica de elevación desarrollemos la facultad de comunicarnos con Él, mas no con frases aprendidas de memoria, sino con las palabras sencillas que surjan de lo más íntimo de nuestro interior. No debemos desesperar cuando aquello que hemos pedido no nos ha sido concedido o no ha llegado en el tiempo en que nosotros lo solicitamos. Los tiempos de Dios no son los tiempos de los hombres, y aún somos pequeños para comprender lo que de verdad nos conviene. ¿Qué necesidad podrá tener el hombre que su Dios no conozca? ¿Con qué palabras podrá hablarle que El no comprenda? Si todo está en Dios ¿Qué podrá haber oculto a su Divinidad? ¿En qué lugar del Universo podría perderse un espíritu sin ser escuchado por su Padre? ¿En qué templo construido por la mano del hombre podría contenerse Su grandeza? Si todas las maravillas de la naturaleza y toda la creación material y espiritual han brotado de Su seno ¿Qué podrá ofrecerle el hombre que no le pertenezca? ¿Qué cánticos o flores podrá regalarle que no sean ya de por sí Suyos? ¿Cuál podría ser entonces esa ofrenda que viniendo de nosotros sea elevada y única, esa forma de comunicación que siendo realmente nuestra, pueda agradar a Dios convirtiéndose en una verdadera oración de nosotros hacia El? “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Mateo 6:9-13 En la primera frase de la oración, está el reconocimiento a la existencia y presencia del Dios único, es el primer paso para la preparación del espíritu a una verdadera oración, la elevación del espíritu por encima de la materialidad, para alcanzar los espacios en los que puede lograr la comunicación con lo divino. Después continúa con una alabanza, con un propósito de santificación a Dios. ¿Cuántos de nosotros santificamos verdaderamente el nombre de nuestro Padre Celestial? Santificar quiere decir consagrar o dedicar algo a Dios, ¿y qué es eso que Dios quiere que consagremos a Él? Nuestro amor, a través del amor a nuestro prójimo; es en unas cuantas palabras, la revisión diaria de los actos de nuestra vida ante la luz de la Conciencia que esa presencia divina en nosotros. Jesús dedicó su vida por completo a la santificación de Su Padre celestial, porque todos Sus actos, fueron obras guiadas por el amor. La parte siguiente, nos habla del instante en que el hijo logra la comunicación directa con su Padre una vez que ha alcanzado la elevación del espíritu a través de ese análisis ante la Conciencia; es cuando las puertas del Arcano se abren a la mirada espiritual del hijo para entregarle esa presencia divina que se traduce en mensajes divinos, en desarrollo de dones, en salud, en sabiduría y en tantos otros bienes que recibimos de nuestro Padre cuando logramos estar cerca de Él. Todos estos presentes que son manifestación de Dios en nosotros en Jesús eran una constante, porque el reino de Dios estaba en Él todo el tiempo. En la siguiente parte de esta oración modelo, viene la aceptación del hijo hacia la voluntad divina, el acatamiento incondicional de ella tanto en lo material como en lo espiritual. Es la manifestación de la más grande humildad, de la obediencia sin límites y la fe inquebrantable ante los designios divinos. Y yo me pregunto ¿Cuántos de nosotros hemos sido capaces de acatar la voluntad de nuestro Padre sin cuestionarlo? ¿Quién de nosotros ha aceptado las pruebas de su vida con humildad y amor? ¿Quién es capaz de bendecir su destino en lo poco y en lo mucho, en la dicha y en la adversidad, en la salud y la enfermedad? Solamente el Divino Maestro fue capaz de bendecir a su Padre aún en los momentos de mayor infortunio, acatando Su voluntad hasta el último respiro de su paso por la Tierra. Ahora entramos a la petición, la cual, cuando es elevada y espiritual, hace que nos olvidemos de nuestra propia necesidad, para pedir a nuestro Padre por la necesidad de nuestros hermanos. Es importante que analicemos también el símbolo del pan, el que no solamente simboliza el alimento que necesitamos en lo material, sino que también ha sido usado por el Padre para hablarnos del alimento espiritual que es la palabra divina, la enseñanza. En la oración del Maestro, hay una petición humilde, es la petición que se concreta a la necesidad cotidiana; no es el anhelo de tener resuelto el futuro, sino la necesidad de cada día. Es por eso que Él decía “Preocúpate por hoy, que el mañana se resolverá por sí solo”. Esto nos habla también de la fe. Después, el Maestro se refiere al perdón, aquel que debemos pedir y también conceder a nuestros hermanos. Esto es de vital importancia, porque no podremos llegar a la verdadera oración, sin antes haber perdonado las ofensas que hayan podido hacernos nuestros hermanos tantas veces como sea necesario, “setenta veces siete” como decía Jesús. Asímismo, nuestra oración no podrá llegar a una verdadera elevación, si no hemos sido capaces de pedir perdón a quienes nosotros hemos ofendido con algún acto de nuestra vida; es por eso que el Divino Maestro nos enseñó: “Si traes tu ofrenda al altar y ahí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Fue el Divino Maestro el que nos enseñó la manera de no tener deudas con los demás, porque su vida la dedicó a dar amor, salud, sabio consejo y ejemplo constante, y así mismo, nos enseñó el camino de su infinito perdón, aún en los momentos de su sacrificio en el Gólgota. “No nos metas en tentación” continúa diciendo el Maestro en su oración, ¿es acaso que el Padre crea las tentaciones para hacernos caer? Esta frase es un alerta para el espíritu, debemos estar velando, en vigilia, para no permitir que la tentación se acerque a nosotros; sin embargo, todos en algún momento de nuestras vidas, nos hemos enfrentado a la tentación que se presenta ante nosotros disfrazada de mil formas distintas para lograr sus objetivos, para hacernos ceder. En muchas ocasiones la hemos vencido y en muchas otras hemos sucumbido ante los encantos de su seducción, sacrificando con ello un peldaño en la elevación de nuestro espíritu, pero no es nuestro Padre quien crea la tentación; la tentación ha sido creada por nuestra soberbia, por nuestro materialismo y falta de espiritualidad; mas el Padre, valiéndose de nuestras propias fallas y equivocaciones, permite que ella llegue hasta nosotros para probar nuestra fortaleza espiritual cuando logramos vencerla, y para someternos a pruebas que tarde o temprano se volverán grandes enseñanzas en la evolución de nuestro espíritu cuando sucumbimos ante ella. Nadie ha sido más tentado que Jesús, y nadie ha sido más poderoso para rechazar esa tentación; porque no debemos olvidar que Jesús siendo divino por el espíritu que le animaba, era también completamente humano, pero Su humanidad era armoniosa, perfecta; sin contradecir las leyes naturales, Jesús vivió de acuerdo con todas y cada una de las Leyes espirituales. La oración del Divino Maestro termina diciendo: “Líbranos del mal”, porque siendo uno con el Padre, sabía que cuando nuestro espíritu logra la oración verdadera llevada a su máxima expresión, se convierte el la comunicación de espíritu a Espíritu entre el Padre y sus hijos. En esa oración, las pasiones e influencias de la materia se desvanecen, el pecado y la vergüenza se ella se alejan y se rompen las barreras que han alejado al hijo de la presencia de su Padre; lejos quedan también la vanidad y la soberbia, el egoísmo y el materialismo. Ese es el propósito verdadero de la comunicación de espíritu a Espíritu, volver una sola la voluntad del hijo con la del Padre, una voluntad sabia y amorosa que nos acerca al bien y nos aleja del mal. ________________________________________________________ «¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§« ¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯ - La multiplicación de los panes y los peces En el Segundo Tiempo, la fama de Jesús creció en virtud de sus milagros, y aún en este tiempo, hay muchos que al leer sobre los prodigios que el Divino Maestro realizaba, siguen sin comprender cómo es posible que los ciegos recuperaran la vista, los paralíticos el movimiento, los muertos la vida y los poseídos la luz. Como nuestro Padre nos ha explicado en Su palabra, todos estos prodigios que se dieron en forma material ante los ojos de los que lo seguían, fueron necesarios; era importante que las multitudes conocieran la potestad que emanaba del Maestro, porque la reaciedad de aquellos tiempos, y la falta de elevación espiritual de aquellos hombres, no les hubiera permitido de otra manera reconocer en Jesús al Cristo. El hombre, en su soberbia, ha tratado de explicar a través de los tiempos cómo pudieron ser realizados esos prodigios; algunos se han conformado con verlos como actos sobrenaturales, otros han intentado explicarlos inclusive como casos de hipnosis colectiva, y pocos, muy pocos, han aceptado que se trata de prodigios generados por los dones que provienen del espíritu. Entre todos los milagros que presenciaron los hombres de aquel tiempo, hay uno que se repitió en dos ocasiones, el cual, ni aun en este tiempo de descubrimientos científicos y viajes planetarios, ha podido ser comprendido, ni por su importancia como mensaje espiritual, ni por la magnitud que tuvo en lo material. Analicemos el primero de estos pasajes: “Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y enviarlos en ayunas no quiero, no sea que desmayen en el camino. Entonces sus discípulos le dijeron: ¿De dónde tenemos nosotros tantos panes en el desierto, para saciar a una multitud tan grande? Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete, y unos pocos pececillos. Y mandó a la multitud que se recostase en tierra. Y tomando los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que sobró de los pedazos, siete canastas llenas. Y eran los que habían comido, cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”. Mateo 15:32-38 En su Enseñanza, nuestro Padre nos ha explicado en muchas ocasiones, que en su Obra no existe la casualidad, como tampoco existe la magia o lo sobrenatural; cada uno de los milagros que rodearon la vida del Divino Maestro, fueron realizados a través del poder de la fe, la caridad y el amor infinitos. Cuando decidimos seguir ese ejemplo en nuestras vidas, logramos la elevación del espíritu, y surge el amor y el desarrollo de los dones que Dios ha depositado en nosotros. Es entonces cuando todo lo que parecía ser misterio, se vuelve natural ante nuestros ojos, y comprendemos que aquello que llamamos milagro, no es mas que la materialización de un mensaje divino. Es así como se dio el maravilloso milagro de la repartición de los panes y los peces: El amor infinito del Divino Maestro y su Enseñanza de luz, despertó la fe de aquellas multitudes que lo escuchaban haciendo el prodigio de multiplicar el alimento, no como el resultado de un acto de magia, sino como el resultado de un acto de amor infinito, que logró despertar la caridad en el corazón de todos los que escuchaban al Maestro, y al ver que Él y sus apóstoles dividían con ellos lo poco que tenían, abrieron sus alforjas para compartir con todos el alimento que llevaban. Como ven queridos hermanos, todos los prodigios de nuestra vida, son generados y explicados por el amor. Ahora vamos al análisis espiritual de este pasaje del Segundo Testamento: Los tres días que la multitud ha pasado con el Maestro, simbolizan los tres tiempos que integran la historia de la humanidad; los siete panes son el símbolo de los Siete Sellos que forman nuestra historia, y el hecho de que se trate precisamente de pan, es porque el pan simboliza el alimento universal, además de que se trata de un alimento que tiene las características de ser fácil de hacer y de no descomponerse fácilmente. Simboliza el mejor alimento para el espíritu. Los peces son el alimento que viene del mar; y como el Padre nos ha explicado, el mar simboliza Su Enseñanza, Su palabra. Los peces no están contados, esto simboliza que es algo que se da extra, lo que se da de más; esto quiere decir, que al tiempo que el espíritu recibe a través de la palabra divina el alimento que necesita, la materia por añadidura, recibe beneficios también. Los cuatro mil hombres, representan cuatro veces mil; cuatro simboliza los cuatro puntos cardinales, y los miles, a la humanidad completa. Los siete canastos llenos de pan, representan la promesa de que el alimento espiritual que dará el Padre a la humanidad, será en abundancia hasta el final de los tiempos, hasta concluir el Séptimo de los Sellos. ________________________________________________________ «¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§«¤»¥«¤»§« ¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯¯ -Palabra final Amados hermanos: Recordemos que antes de encarnar por primera vez, era a través de la comunicación de espíritu a Espíritu como nos comunicábamos con nuestro Padre, y era a través de esa comunicación como los grandes iluminados del pasado de nuestra historia humana platicaban con Él. Nuestro Padre ha llamado al Padrenuestro la oración modelo, porque es un ejemplo que podemos seguir. No porque repitiendo sus frases una y otra vez logremos alcanzar una verdadera oración, sino porque podemos ponerla en práctica en nuestra vida; no se trata de palabras, sino de obras. Como el Divino Maestro decía, “bastan cinco minutos de oración, pero toda una vida de cumplimiento.” Que la paz de mi Padre sea con todos mis hermanos. Tu hermano en el Señor El pequeño labriego ******************************************************** Visita nuestro foro, donde podrás compartir tus análisis e inquietudes espirituales con otros discípulos de la Doctrina divina http://144000.net/elfaro/ ******************************************************** Pasa la voz: Si encuentras lo suficientemente interesante este boletin ¿por qué no compartirlo con aquellos que amas? 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