De Enseñanza 103 4 No huyáis de la Humanidad pretextando que os horroriza su pecado; si me amáis, no dejaréis de amarme en vuestros hermanos. Ahora que los peligros y las amenazas se ciernen sobre los hombres, es cuando debéis probarme que les amáis, que sentís su dolor y que estáis dispuestos a luchar por la salvación de todos. ¿No habéis visto cómo he venido siempre en vuestra ayuda, precisamente en los instantes de mayor amargura para la Humanidad? 18 No quiero que interpretéis mal mi enseñanza y os encerréis en claustros para orar, abandonado a la Humanidad; trabajad por ella, sacadla de su ignorancia y de su materialismo y encended en ella la fe. 23 Discípulos, en quienes he depositado el libro de mi palabra: Fortaleceos desde ahora para que no retrocedáis cuando llaméis a una puerta y no os abran. No olvidéis que os he dicho que llaméis en mi nombre por primera, segunda y tercera vez, y que cuando comprobéis que vuestro llamado no ha logrado dulcificar la actitud de vuestros hermanos, me dejéis la causa y prosigáis vuestro camino sin llevar amargura en vuestro corazón y menos deseando que el dolor se presente en aquellos que no os quisieron oír. Revestíos de bondad, porque no sabéis en qué día o en qué hora tengáis que volver a llamar a la misma puerta o que ellos vengan en busca vuestra. Sólo el amor y la paciencia lograrán conmover los corazones de roca y por ello debéis estar preparados. 55 Siete naciones serán elegidas para que hagan la paz mundial y la verdadera fraternidad exista entre los hombres; ellas Yo me manifestaré. Hoy las he encontrado ocupadas en guerras fratricidas, entregadas a sus sueños de grandeza y a sus insaciables ambiciones de poder. De esta nación enviaré un mensajero de buena voluntad ante los grandes pueblos del mundo a hablarles de paz, y cuando ellos hayan dado fin a la guerra, llegará hasta su espíritu la luz de la concordia y de la paz, pero esta paz no aparecerá por el Oriente ni por el Occidente: ella descenderá de mi Espíritu al espíritu de la Humanidad. 56 Preparaos, para que los señalados para cumplir esta misión puedan levantarse en pos de las naciones en el momento propicio y cuando hayan hecho que mi nueva palabra sea escuchada en todas partes, el árbol corpulento hará llegar sus ramas, su sombra y su fruto a todos sus hijos.