4 Antes de vuestra creación estabais en la mente paterna de Dios, y después, ya como criatura espiritual, en la mansión donde todo vibra en perfecta armonía, donde se encuentra la esencia de la vida y la fuente de la verdadera luz, que es de la que vengo a alimentaros.
5 El dolor no fue creado por el Padre. En los tiempos de los que os hablo, no teníais por qué gemir, nada teníais que lamentar, sentíais la gloria en vosotros mismos porque en vuestra vida perfecta, erais el símbolo de esa existencia.
Mas dejasteis aquella morada, di al espíritu una vestidura y fuisteis descendiendo más y más.
Después, poco a poco, vuestro espíritu fue evolucionando hasta llegar al plano donde ahora os encontráis, donde brilla la luz del Padre.
6 Soy el Maestro de amor, por eso cuando no andáis por mis caminos y no amáis a la Humanidad con el amor que os he enseñado, llega hasta vosotros el dolor por vuestra desobediencia. Así, de caída en caída, vais adquiriendo experiencia.
7 El hombre, en cuanto criatura de Dios, es hermano de todas las criaturas de éste y los demás mundos, porque cada forma de vida es un pensamiento del Padre en manifestación distinta.
Si vosotros estáis dotados de razón, comprended que sois parte de esa Creación, y en ese sentido, hermanos de todos los seres.
35 La vida en la Tierra siempre ha sido de prueba y expiación para el hombre; mas nunca había estado este camino de evolución tan lleno de dolor como ahora, nunca había estado el cáliz tan lleno de amargura.
36 En estos tiempos no esperan los hombres la edad madura para enfrentarse a la lucha; cuántas criaturas ya conocen desde su niñez los desengaños, el yugo, los azotes, los tropiezos y fracasos. Puedo deciros aún más, en estos tiempos el dolor del hombre comienza antes de nacer, es decir, desde el seno de su madre.
37 ¡Grande es la expiación de los seres que en estos tiempos vienen a la Tierra! Mas debéis pensar que todo el dolor que existe en el mundo, es obra de los hombres. ¿Qué mayor perfección en mi justicia, al dejar que los mismos que sembraron de espinos el camino de la vida, vengan ahora a recogerlos?
38 Sé que no todos tienen igual parte de culpa en el caos que vivís. Es verdad, mas Yo os digo, que los que no son causantes de la guerra, son responsables de la paz.
39 A vos, pueblo, os digo: Tened caridad de vosotros y de vuestros semejantes; mas, para que esa caridad sea efectiva, reconoced vuestros dones estudiando mi palabra. El que ama a su hermano, me ama a Mí, porque su hermano es mi hijo muy amado.
40 Sois un pueblo al que estoy preparando para la oración, para enseñar la verdad, para la curación; la vida con sus miserias, sus luchas y amarguras se ha semejado al desierto; mas os digo que no vayáis a estacionaros ni quedaros en el desierto, porque entonces no conoceréis la verdadera paz.
41 Tened presente el ejemplo de Israel del que habla la historia, cuando tuvo que errar por el desierto por mucho tiempo; luchó para alejarse del cautiverio y de la idolatría de Egipto, pero también para alcanzar una tierra de paz y libertad.
42 Hoy, toda esta Humanidad se asemeja a aquel pueblo cautivo del Faraón; se imponen creencias, doctrinas y leyes a los hombres; la mayor parte de las naciones son esclavas de otras más fuertes; la lucha ruda y el trabajo forzado bajo los latigazos del hambre y de la humillación, son el pan amargo que ahora come una gran porción de la Humanidad.
48 Mi mensaje es persuasivo, dulce, lleno de verdad, lo mismo toca al corazón que llega a la mente y convence al espíritu.
58 Ciertamente, esta existencia es una nueva etapa para vuestro espíritu, el cual había dejado incompleta una obra que se le había encomendado y al que ahora se le ha dado la oportunidad de llevarla un poco más adelante en el camino de la perfección.
59 También Yo, el Divino Maestro, tuve que volver entre los hombres, porque mi Obra en aquel tiempo quedó incompleta. Habrá quienes nieguen esta aseveración diciendo que la obra de Jesús concluyó al expirar en la cruz, mas esto se debe a que han olvidado que Yo os anuncié y prometí mi retorno.
Mas vosotros, a quienes ahora revelo estas enseñanzas, comprended que a Mí no me es indispensable la reencarnación, porque en mi Espíritu está el poder manifestarme de mil maneras a la humanidad. Tampoco he vuelto en busca de perfeccionamiento para mi Espíritu.
Si ahora vengo a vosotros, es tan sólo para seguiros enseñando la senda que os conduce a la luz. Recordad que en el Primer Tiempo os dijeron los profetas: -Él es la puerta-; además, ¿no os dije cuando me humanicé entre vosotros: Yo soy el camino? ¿No estoy ahora diciéndoos: Yo soy la cumbre del monte que estáis escalando?
60 De cierto os digo que Yo os espero en la perfección. Hoy me complazco en saberos seguros transitando por mi senda; mañana será el gozo universal, cuando todos viváis dentro del hogar espiritual, que hace tiempo está esperando la llegada de los hijos del Señor.
61 Así hablo a vuestro espíritu, porque sé que ya puede comprender estas lecciones y que a él puedo decirle que no es hijo de esta Tierra, que aquí en este mundo sólo debe considerarse como un huésped, porque su verdadera patria es espiritual.
62 Tomad esta palabra en su verdadero sentido, porque de lo contrario llegaríais a pensar que mi Doctrina viene contra todo progreso humano; y no sería justo que atribuyeseis tales errores a un Padre que sólo busca el perfeccionamiento de sus hijos en las diferentes sendas de la vida.
63 Lo que persigue mi justicia implacablemente es el mal, que toma diversas formas en el corazón del hombre, manifestándose a veces en sentimientos egoístas, en bajas pasiones, en codicia desmedida y aun en odios.
64 Discípulos, debéis estudiar lo que ahora os digo en sentido figurado: La vida es un árbol, sus ramas son en número incontable, y de esas ramas no hay dos que sean iguales, mas cada una de ellas cumple su misión. Si un fruto se malogra, es desprendido del árbol, y si una rama se desvía, es podada, porque del árbol de la vida sólo frutos de vida tienen que brotar.
65 De cierto os digo que toda ciencia que haya causado mal y toda religión que no haya hecho verdadera luz, podéis considerarlas como ramas y frutos por los cuales no corre la savia del árbol de la vida, porque fueron desprendidos de él.