De Enseñanza 137 56 Por amor a vosotros he venido en la nube, símbolo de lo espiritual, a comunicarme con vuestro espíritu; pero al principio ha tenido que posarse esa nube luminosa sobre el entendimiento de los portavoces, como una preparación para cuando ya sepáis comunicaros directamente Conmigo y sea en vuestro espíritu donde descienda a posarse la nube. 57 Elegí la nube como símbolo para que representase mi llegada al mundo en el Tercer Tiempo. 58 ¿No es la nube la mensajera que cruza sobre montes, valles y ciudades? ¿No es ella la que fecunda los campos con su lluvia y brinda sombra bienhechora? ¿No surge de ella el relámpago que anuncia la tempestad y el rayo vibrante que estremece? Por eso elegí como símbolo la nube; por eso mis apóstoles, cuando me vieron en Espíritu por última vez, y Roque Rojas en este Tercer Tiempo, cuando le hice contemplar el símbolo que era señal de mi nueva venida, comprendieron el significado de mi presencia en la nube. 59 Desde entonces, una dulce sombra envuelve al pueblo que se ha ido formando en torno a mi manifestación. Mi palabra ha sido lluvia fecunda sobre los campos ávidos de espiritualidad, y el rayo que en cada comunicación desciende sobre el entendimiento humano, ha rasgado las tinieblas de vuestro pecado y de vuestra ignorancia, estremeciendo vuestras fibras y despertando vuestro espíritu. ¡Cuán terrible ha sido para muchos de vosotros la tormenta que se ha desatado en vuestro espíritu al escuchar mi divina palabra! 60 ¡Cuánta majestad y qué imponente belleza habéis presenciado en esa tempestad de luz que surge de mi palabra en los instantes de su manifestación! Sobrecogidas de admiración, de respeto y de temor, permanecen mudas las multitudes, dejando que aquel torrente de amor, de justicia y de sabiduría las bañe y las purifique. 61 Oh, pueblo amado, al que he llamado Israel, porque os estoy convirtiendo en el depositario de mis mensajes y revelaciones, ¿cuándo aprenderéis a traducir e interpretar justamente mi palabra 62 Mi promesa de volver, hecha en el Segundo Tiempo, os la he cumplido. Los apóstoles en Betania me vieron ascender de la tierra al infinito, y vosotros me habéis visto retornar del infinito hacia vuestro corazón. ¿No encontráis también en ello una semejanza con las nubes que se levantan del mar y ascienden para ir a derramar su lluvia bienhechora en otros lugares, donde las tierras sedientas las llaman? 63 Me ha atraído vuestro dolor; mi Espíritu se ha sentido invocado por el vuestro y he acudido en la nube de amor y de justicia a desbordarme en misericordia sobre los hombres. 64 No todos los pueblos me llaman y son muy pocos los corazones que me esperan. La nube espiritual llegará y cubrirá como un manto de paz a los pueblos que la invocan, a los corazones que la esperan. A todos aquéllos que tratan de apagar la sed del espíritu con los placeres del mundo, la nube les sorprenderá con el resplandor de su relámpago y el estruendo de su tempestad les llenará de pavor, porque hasta entonces recordarán que existe una justicia divina y que cada hombre es portador de un espíritu que tendrá que responder a Dios de todas sus obras. 65 La nube de amor, de luz, de misericordia y de justicia, es también una inmensa legión de criaturas espirituales, de siervos míos, de espíritus de luz que viven para cumplir mis designios y multiplicarse en el Universo, desempeñando con perfecta armonía su misión de amarse los unos a los otros; porque aquel divino mandamiento, aquella máxima que en el Segundo Tiempo revelé al mundo, no fue tan sólo para los hombres, esa máxima es la Ley que rige a todos los espíritus existentes. 66 Pueblo amado: Sobre esa nube de luz, que es la legión espiritual del amor y la fraternidad entre todos los mundos, descendí a través de mi rayo en este Tercer Tiempo, trayéndoos un nuevo mensaje de sabiduría, un consuelo infinito para vuestro dolor y una luz que os sirviese de guía para encontrar el camino olvidado, para que, una vez descubierto, vengáis hacia Mí, paso a paso, mérito por mérito, consciente y firmemente, en pos de vuestra perfección espiritual.