De Enseñanza 142 31 Mi palabra volverá a incomodar a los hombres como en los tiempos pasados, mas les diré la verdad. Sin delatar a nadie, dije hipócrita al hipócrita, adúltero al adúltero e inicuo al inicuo. Había sido vejada la verdad y era menester que resplandeciera, tal como ahora en que la verdad ha sido ocultada y por ello tiene que surgir nuevamente ante los ojos de los hombres. ¿Qué os enseño ahora? A bendecir de corazón y espíritu a todo y a todos, porque quien bendice así es semejante a su Padre, al hacer llegar su calor a todos. Por eso os digo: Aprended a bendecir con el espíritu, con el pensamiento, con el corazón, y vuestra paz, vuestra fuerza y vuestro calor llegarán a aquél a quien se lo enviéis, por distante que lo creáis. ¿Qué pasaría si todos los hombres se bendijesen, aun sin conocerse ni haberse visto nunca? Que reinaría la paz en la Tierra; sería inconcebible la guerra. Para que ese milagro se realice, es menester que elevéis vuestro espíritu por medio de la perseverancia en la virtud. ¿Lo juzgáis acaso imposible? 32 ¡Cuántos grandes pecadores convertidos llegaron a alcanzar el grado que vosotros llamáis de santidad! Aquéllos no eran en su origen mejores que vosotros; pero ese grado de perfección no lo habéis alcanzado aún. Comenzáis a amar, el don de la intuición empieza a dar frutos y ya tenéis inspiración, porque cuando os toco, respondéis. No todas las puertas son sensibles a mi llamado, pero aquéllas que se abren, son las que dejan pasar mi luz entre vosotros. No es imposible la transformación del pecador. Recordad algunos nombres de la Segunda Era: Magdalena, Pablo, Agustín, Francisco de Asís. ¿Por qué sólo habéis de recordar a los del Primer Tiempo? 33 Estos que os menciono, supieron del pecado y hasta del cieno de las pasiones y, en cambio, ahora brillan como luminarias en el Cielo, y como iluminadores de los hombres envían su luz a vosotros. 34 Sólo Yo puedo revelaros lo desconocido. Así puedo deciros que en vano los hombres de ahora tratan de conocer la juventud de Jesús en la Tierra. Escudriñan e imaginan, mas sólo se conoce mi niñez y el tiempo de mi predicación. A vosotros os digo: Jesús, antes de levantarse a anunciar el Reino de los Cielos, nada aprendió de los hombres. ¿Qué tenía que aprender de ellos quien en su infancia confundió a los doctores de la Ley? Aquel tiempo, del cual los hombres nada saben, fue tan sólo un tiempo de espera. 35 Si aprendéis de Mi con el amor en el corazón, es imposible que os equivoquéis. 36 Así os estoy preparando; hoy venís unos y por vosotros vienen otros y, por aquéllos, otros se acercarán. Cada día y cada generación me sentirá más cerca, porque su espiritualidad será mayor. 37 Haced la caridad en cada día, ésa será vuestra mejor elevación hacia Mí. Dad, ayudad, consolad y ésa será vuestra mejor oración del día, porque hablaréis al Padre con obras, no con palabras, aunque éstas sean hermosas en su forma, pero vacías en su fondo. 38 Orad hacia Mí con el pensamiento. No necesitáis lugar determinado para hacerlo y la posición de vuestro cuerpo es indiferente. Elevad en paz vuestro pensamiento a las alturas y esperad entonces mi inspiración. 39 Lo que os voy a decir en este día, ni los profetas lo saben; en mis altos juicios sólo Yo puedo revelároslo. No temáis ignorar los íntimos juicios de vuestro Padre; sed felices sabiendo que, cual Maestro, siempre os estaré revelando nuevas lecciones. 44 Nadie como el hombre podrá reflejar al Espíritu Divino; la mente del hombre es el espejo de la razón divina; su corazón es fuente donde guardo el amor; su conciencia es luz de mi Espíritu. Si dudáis de poseer tan grandes dones y os sentís indignos de ellos, no es culpa de vuestro Padre; es vuestra, porque aún no habéis comprendido el infinito amor que tengo por vosotros. Mirad que no he venido a juzgaros tan sólo por vuestros pecados, que vuestras manchas no han sido obstáculos para que me manifieste ante vosotros en esta forma; mas si los hombres de ciencia mañana juzgaran mal estas manifestaciones, no será a Mí a quien juzguen, sino a ellos mismos. 45 Formé al hombre con tal perfección, que contemplándose a sí mismo podrá ver un reflejo de lo que es su Padre; mas el hombre no ha sabido mirarse, ni penetrar en su interior por eso no me ha reconocido. 46 En las diferentes eras me he manifestado a los hombres en forma inesperada. ¿Quién os hubiera dicho que en el Segundo Tiempo el Mesías prometido, el Hijo de Dios, no tendría siquiera un humilde hogar dónde nacer? ¿Quién os hubiera dicho que María, la esposa del carpintero, sería la Madre de Jesús? 47 Desde mis primeros pasos en la Tierra di muestras de mi poder y, sin embargo, por muchos ni si quiera fui presentido. 48 En este tiempo no he venido a sorprenderos. Si os hubieseis preparado transmitiéndoos de padres a hijos, de generación en generación, la promesa de mi nueva venida, os habría encontrado esperando mi llegada, mas nadie me esperaba; unos habíais olvidado estas profecías, otros las ignorabais porque se encontraban ocultas. ¡Cuán pocos escudriñabais el firmamento y observabais los acontecimientos del mundo en busca de las señales que habían de anunciar el tiempo de mi llegada! 49 Sin embargo, ésos que estaban aguardando mi retorno como Espíritu Consolador, sienten que el tiempo ha llegado y que Cristo ha venido espiritualmente a la Humanidad; otros han escuchado los rumores de mi venida y no han creído. 50 Jesús dijo a sus discípulos: Sólo un tiempo estaré ausente de vosotros, volveré. Luego les fue revelado que su Maestro vendría sobre la nube rodeado de ángeles y despidiendo rayos de luz hacia la Tierra. 51 Heme aquí sobre la nube, rodeado de ángeles que son los seres espirituales que han venido a manifestarse entre vosotros, como mensajeros de mi Divinidad y como buenos consejeros vuestros. Los rayos de luz son mi Verbo que os habla de nuevas revelaciones, que desborda sabiduría en todo entendimiento. 52 Bienaventurados los que sin ver han creído porque son los que sienten mi presencia.