De Enseñanza 146 46 Tenéis que comprender que vosotros, dotados de espíritu, significáis en la Creación la obra más amada del Padre, porque en vosotros depositó esencia, atributos e inmortalidad. 47 No existe la muerte para el espíritu, la muerte como la concebís vosotros, o sea, el dejar de existir. No puede ser la muerte del cuerpo, muerte o fin para el espíritu. Ahí es precisamente donde él abre los ojos a una vida superior, mientras su envoltura los cierra al mundo para siempre. Es sólo un instante de transición en la ruta que conduce a la perfección. Si aún no lo habéis comprendido así, es porque todavía amáis mucho a este mundo y os sentís estrechamente ligado a él. Os preocupa abandonar esta morada porque creéis ser dueños de lo que en ella poseéis; y aún hay quienes conservan un vago presentimiento de mi justicia divina y temen penetrar en el valle espiritual. 48 La Humanidad ha amado demasiado a este mundo, demasiado, porque su amor ha sido mal dirigido. ¡Cuántos han sucumbido en él por esta causa! ¡Cuánto se han materializado los espíritus por la misma razón! 49 Sólo cuando habéis sentido cerca los pasos de la muerte, cuando habéis estado gravemente enfermos, cuando habéis sufrido, es cuando pensáis que estáis a un paso del Más Allá, de esa justicia que sólo en esos trances teméis; y entonces hacéis al Padre promesas y juramentos de amarle, de servirle y obedecerle en la Tierra. 50 El dolor os purifica, el dolor es el cincel que modela el corazón del hombre para que éste alcance espiritualidad. Para que vuestro dolor no sea estéril, necesitáis que la antorcha de la fe os ilumine para que tengáis elevación y paciencia en las pruebas. 67 Todos deseáis salvaros, todos queréis escapar de las expiaciones del espíritu y todos soñáis con conocer el Cielo; mas Yo os digo que es bien pequeño el esfuerzo que hacéis por lograr todo esto y que muchas veces, en vez de buscar los medios que podrían ayudaros a conseguirlos, huís de ellos. 68 Vosotros creéis que el Cielo es una región en el infinito, y que a ella podréis llegar mediante un sincero arrepentimiento de vuestras faltas en la hora de vuestra muerte material, confiando en que seréis perdonados en aquel instante y conducidos por Mí al Reino de los Cielos. Eso es lo que vosotros creéis. En cambio, Yo os digo que el Cielo no es un sitio, ni una región, ni una mansión; el Cielo del espíritu es su elevación y su perfección, es su estado de pureza. ¿En quién está el permitiros que penetréis en el Cielo: en Mí, que siempre os he llamado, o en vosotros que siempre habéis sido tardos? 69 No limitéis más lo infinito, lo divino. ¿No comprendéis que si el Cielo fuese, como creéis, una mansión, una región o un sitio determinado, entonces ya no sería infinito? Ya es tiempo de que concibáis lo espiritual de una manera más elevada, aunque vuestra idea no alcance a abarcar toda la realidad, pero que al menos se aproxime a ella. 70 Tened siempre presente que el espíritu que alcanza los altos grados de la bondad, de la sabiduría, de la pureza y el amor, está más allá del tiempo, del dolor y de las distancias. No está limitado a habitar un sitio; puede estar en todas partes y encontrar en todo un supremo deleite de existir, de sentir, de saber, de amar y de saberse amado. 71 Ese es el Cielo del espíritu.