12 Todos tenéis una cita Conmigo y os habréis de reunir para escucharme, porque todos tendréis que oírme.
15 Si he permitido que el hombre en su maldad profane cuanto de sagrado existe en la vida, voy a ponerle límite a su maldad; si lo he dejado caminar por la senda de su libre albedrío, voy a probarle que todo en él tiene un hasta aquí; si lo he dejado colmar sus ambiciones de poderío y de grandeza en el mundo, voy a detenerle en el camino, a hacerle mirar su obra a través de su conciencia, para que pueda responder a mis preguntas.
16 He permitido que el dolor, la destrucción y la muerte se dejen sentir en vuestra vida, para que esos frutos tan amargos os hagan comprender la clase de árbol que cultivasteis.
Yo haré que el dolor desaparezca y deje que el espíritu descanse y medite, porque de él tendrá que surgir el himno de amor a su Creador.
Dicho está y también escrito, que ese día llegará cuando los hombres hayan ataviado su espíritu con la vestidura blanca de la elevación, cuando se amen los unos a los otros.
17 Todos serán salvos, todos serán perdonados, todos serán consolados. ¿Donde está la muerte, donde la condena eterna y el infierno sin fin?
18 Yo no creé la muerte ni el infierno, porque al concebir mi Espíritu la idea de la Creación, sólo sentí amor y de mi seno sólo brotó vida.
Si la muerte y el infierno existiesen, entonces tendrían que ser obras humanas, por pequeñas, y ya sabéis que nada de lo humano es eterno.