39 Yo soy el jardinero divino que cultiva los huertos de vuestros corazones y los riega con aguas celestiales y he venido a derramar una gota de amor divino sobre tanta amargura de la Tierra.
Vengo a enseñaros el sendero que conduce al Reino del Padre, camino del que nunca encontraréis el fin, pero en el que siempre alcanzaréis progreso y conoceréis nuevas grandezas.
44 Yo soy la luz de éste y todos los mundos; quiero que os revistáis de esa luz. Mi palabra es bálsamo de curación, sanaos con ella escuchándola.
¿Por qué si lleváis a Dios en vosotros, estáis enfermos, sufrís y lloráis? Examinaos a vosotros mismos y corregid cuanto haya que corregir, limpiad todo cuanto haya que limpiar.
Yo os dije: Limpiad el vaso por dentro y por fuera; o sea, que vuestro ser interior armonice en voluntad e inspiración con vuestra parte material o humana.
45 Modelad vuestra parte exterior de tal manera que su faz sea un reflejo fiel de vuestro espíritu; entonces existirán en vuestros actos sinceridad, verdad; ésa es la razón por qué los hombres presentan al mundo una faz, mientras esconden otra.
47 El espiritualista dice: -¡Qué bella es la vida!- El profano, el materialista, dice: -¡Qué amarga, que triste y qué sombría es la vida!
El hombre sin elevación con todo tropieza, todo lo hiere; el que se ha elevado ni siquiera nota las asperezas del camino.
Las mentes elevadas, cuando se ocupan de los demás, son para alabar las virtudes ajenas o para disculpar sus errores, jamás para juzgar o sentenciar.
Las mentes bajas juzgan, calumnian, publican las faltas ajenas y encuentran placer en ello.
48 A éstos que juzgan y toman la causa de sus hermanos les pregunto: ¿Os parece liviano vuestro fardo de pecados que aún queréis agregar el de los demás? Si no podéis libraros de vuestra carga, ¿por qué la aumentáis con la de los demás? ¿Por qué en vez de buscar valores espirituales en vuestros hermanos para enriqueceros, preferís llevaros el cieno para cargarlo vosotros?
51 No oréis sin sentir en vuestro corazón y espíritu el deseo de elevaros, moviendo maquinalmente los labios; orad sintiendo, sin hablar, que esa facilidad con que en los tiempos pasados prometíais falsamente y jurabais en vano, la tengáis ahora para decir la verdad.
52 No toméis lo ajeno; el que toma lo ajeno tiene que restituir con dolor y con vergüenza.
53 No os culparé ni os reclamaré de lo que hicisteis cuando dabais vuestros pasos entre tinieblas de ignorancia, de pequeñez y de materialidad; mas ahora que tenéis conocimiento pleno de lo que es mi Ley, si persistís en lo ilícito, en lo impuro, responderíais de vuestros hechos ante Dios, quien se manifestaría inexorable para vosotros en vuestra misma conciencia.
62 Donde encontréis una creencia o un concepto erróneo, llevaréis mi luz mas nunca impondréis mi Doctrina por la fuerza.
No haréis nunca diferencia entre el rico y el menesteroso para entregarles en distinta forma, y sólo veréis en el fondo de sus sufrimientos a un hermano vuestro que ha caído y que gime; entonces, conmovido vuestro corazón ante aquel dolor, buscaréis la forma de aliviarlo.
Cubrirá vuestra caridad al desnudo, llevaréis la tranquilidad al que no tiene paz, seréis como estrellas en el camino del que entre tinieblas vaya perdido. Si así cumplís, seréis dignos de que se os llame maestros.
63 Mi Doctrina no necesita la edificación de recintos para congregar nuevas multitudes. Mi voluntad es que se llegue a levantar el Templo Universal, que será formado por los corazones.
64 Sabed seguir el ejemplo que Jesús os dio en el Segundo Tiempo, cuando no escogió recintos para entregar su palabra sino que buscó los campos como lugar apropiado para sus enseñanzas y parábolas.
66 Tendréis que luchar y el campo para vuestra lucha estará en cualquier lugar, lo mismo en vuestro hogar que en el trabajo material o los caminos.
68 No esperéis que los hombres olviden sus costumbres de un momento a otro. Tampoco os sorprendáis del que alguien os llame equivocados. Mi Doctrina en el Segundo Tiempo también a muchos les pareció un error, y después fue tomada como la más absoluta verdad.