De Enseñanza 305 Enero 1950 1 La vida espiritual de la Humanidad está dividida en tres eras o tiempos. En el Primer Tiempo me hice reconocer como Padre, en el Segundo me manifesté como Maestro y en esta Tercera Era me estoy haciendo sentir como Juez. 2 Esas son las tres fases que he revelado a los hombres y a través de las cuales habréis de conocerme en plenitud; mas no queráis ver tres dioses ni tres personas ahí donde sólo existe un solo Espíritu Divino, porque en este tiempo estáis capacitados para aceptar la simplificación de todo aquéllo que habéis envuelto en misterio y que habéis complicado hasta hacerlo incomprensible. Este tiempo está sin terminar; esa obra se encuentra estancada hace muchos siglos, y debéis ahora reanudarla con el ideal de concluirla para ofrecerla a vuestro Padre. 6 ¿Por qué mientras todo crece, se transforma, se perfecciona y desarrolla sin cesar, sólo vuestro espíritu ha de tener que permanecer estancado a través de los siglos? 7 El espíritu es quien debiera caminar al frente de cuantas obras realiza el hombre, porque él es a quien se le ha confiado la vida en la Tierra; sin embargo, ahí en vuestro mundo hacéis que el espíritu desatienda sus más altas misiones, para consagrarlo a los ideales terrestres y envolverlo cada día más en el vértigo de esa vida que habéis creado. 8 Ya que mucho habéis descubierto y aprendido por medio de la ciencia, no ignoráis la evolución incesante que existe en todos los seres de la Creación. Pues Yo quiero que comprendáis que no debéis dejar abandonado a vuestro espíritu en ese retraso y en ese estancamiento en que le habéis hundido tanto tiempo ha, y que debéis luchar por lograr la armonía con todo cuanto os rodea, a fin de que llegue para los hombres un día en que la Naturaleza, en vez de ocultar sus secretos, los revele, y en vez de que los elementos os sean hostiles, lleguen a ser siervos, colaboradores, hermanos. 9 Yo envié al espíritu a encarnarse a la Tierra y convertirse en humano, para que fuese príncipe y señor de cuanto en ella existe, no para que fuese esclavo ni víctima, ni menesteroso, como veo que lo es. El hombre es esclavo de sus necesidades, de sus pasiones, de sus vicios y de su ignorancia. 10 Es víctima de sufrimientos, tropiezos y vicisitudes que su falta de elevación espiritual le ocasionan en su tránsito por la Tierra. Es menesteroso porque, ignorando la parte de herencia que le corresponde en la vida, no sabe de qué es dueño y es como si nada tuviera. 11 Es necesario que esta humanidad despierte para que comience a estudiar en el libro de la vida espiritual y pronto, transmitiéndose esa idea de generación en generación, surja aquella simiente bendita en la que se cumpla mi palabra. Os he dicho que esta Humanidad alcanzará un día la espiritualidad y sabrá vivir en armonía con todo lo creado y sabrán marchar al mismo compás espíritu, entendimiento y corazón. 12 Este Tercer Tiempo en el que la maldad humana ha alcanzado su mayor altura será, sin embargo, tiempo de reconciliación y de perdón. 17 Vengo a salvar a los delincuentes, porque el hombre que delinque es también un hijo de Dios, y vale mucho para Mí cada uno de mis hijos. 18 Yo extenderé esta Doctrina por toda la Tierra como un manto de esperanza y salvación, ofreciendo a todos la oportunidad de pagar poco a poco las deudas pasadas y las deudas presentes, hasta que vuelvan a sentirme en lo más recóndito de su ser. 20 Comenzad a caminar hacia Mí, pecadores; no temáis que al llegar ante mi presencia mi voz os juzgue delante de vuestros hermanos, porque Yo no os delataré. No temáis, como no temió Magdalena quien, llegando hasta Mí, se despojó de su pesada carga de pecados, sin importarle quiénes la miraban, la escuchaban o la juzgaban. Estaba tranquila porque sabía que no era ya una mujer manchada por el pecado, sino una pecadora purificada por el arrepentimiento. 21 A ella imitad en su arrepentimiento y en su amor. 23 En el silencio de las celdas de los presidios se dejará escuchar mi voz, diciendo a aquello hombres y a aquellas mujeres sin esperanza: Aquí estoy con vosotros, ¿acaso creíais estar abandonados por Mí? No, pequeños, no vengo a preguntaros si sois homicidas o si habéis hurtado; vengo a redimir con mi amor al que ha pecado, vengo a fortalecer al que ha caído y a salvar al inocente que ha sido víctima de una calumnia, de una injusticia o de un error. 25 En los hospitales y doquiera se encuentre un enfermo, también me haré sentir y oír, ungiendo y consolando a los enfermos como sólo Yo puedo hacerlo. Un manto de paz y de consuelo tenderé sobre el dolor de los que sufren olvidados de sus hermanos, y un bálsamo divino derramaré sobre sus males, levantándoles a la vida, para que den testimonio de mi presencia espiritual. 26 En los hogares seré sentido por los niños y por los mayores, y unos y otros darán testimonio de mi presencia. 27 Si encuentro apagado el fuego del hogar, llamaré al esposo y le diré: ¿Por qué no sois dulce y comprensivo? ¿Por qué no encendéis el fuego del amor que es la llama que da vida a vuestra unión? Si le encuentro alejado de sus deberes, le sorprenderé diciéndole: ¿Por qué os habéis apartado del camino y habéis arrojado la cruz? ¿No tuvisteis valor para apurar las últimas gotas de acíbar que quedaban en el cáliz? Retornad al camino en que Yo os puse; sólo allí me encontraréis para premiar vuestra fe, vuestra obediencia y fortaleza. 28 A la esposa le tocaré en las fibras más delicadas del corazón y le preguntaré: Mujer, ¿acaso creéis encontrar fuera del sendero de vuestro deber la paz que anheláis? No, no os engañéis. El mérito vuestro consistirá en llevar, con abnegación y con paciencia hasta el fin, la cruz que Yo deposité en vuestros hombros. 29 No quedará un corazón al que no haga sentir mi divina presencia, invitándolo a la reconciliación, al amor y a la paz. 31 No traigo látigo para haceros comprender mi palabra, traigo pan de vida para fortaleceros en el ideal de vuestra elevación. 32 Cuando el mundo ha llegado a creer que lo he olvidado, que lo he abandonado en su abismo de dolor y de pecado, Yo he venido a darle una nueva prueba de mi amor infinito que no puede abandonaros jamás y que por eso os habla paternalmente y os perdona. 33 A veces, escuchando mi palabra llena de ternura divina, llegáis a turbaros sin alcanzar a comprender por qué empleo esta forma de enseñanza con los pecadores, cuando debiera usar algún rigor para doblegarles. 34 Yo os digo que en este Tercer Tiempo, aunque os parezca un imposible, la regeneración y la salvación de la Humanidad no será difícil, puesto que la obra de redención es obra divina. 35 Mi amor será el que vuelva a los hombres al camino de luz y de verdad. Mi amor, penetrando sutilmente en cada corazón, acariciando a cada espíritu, manifestándose a través de cada conciencia, transformará las duras rocas en sensibles corazones, hará de los hombres materialistas seres espiritualizados y hará de los pecadores empedernidos, hombres de bien, de paz y buena voluntad. 36 Os hablo así, porque nadie mejor que Yo conoce la evolución de vuestro espíritu y sé que esta Humanidad, a pesar de su gran materialismo, de su amor por el mundo y de sus pasiones desarrolladas hasta el máximo del pecado, sólo en apariencia vive aferrada a la carne y a la vida material. Yo sé que en cuanto sienta en su espíritu el toque amoroso de mi amor, vendrá presto a Mí para despojarse de su carga y seguirme por el camino de verdad que, sin darse cuenta, mucho desea recorrer. 38 Los tiempos han transcurrido, el espíritu del hombre ha evolucionado; ya no es el niño de los tiempos antiguos que necesitaba palpar con sus manos y percibir con sus sentidos materiales lo divino para poder creer en Mí y en mi presencia. 40 Si no existiese esa evolución espiritual en esta Humanidad ni se encontrara en la proximidad de su liberación, Yo no os habría hecho la revelación de la comunicación de espíritu a Espíritu para este tiempo. 42 El amor al mundo, la codicia por lo terreno, el deseo de la carne, el deleite de todos los bajos deseos, el egoísmo, el amor por sí mismo y el orgullo fueron la fuerza con que creasteis una vida según vuestra inteligencia y vuestra voluntad humana, cuyos frutos os he dejado recoger para que vuestra experiencia llegue a ser absoluta. 83 El Paraíso no está en la Tierra ni desapareció con el pecado del hombre. El paraíso del Padre es eterno y a él llegarán las nuevas generaciones. 84 Cuando mi Reino penetre en todos los corazones y su influencia divina invada los caminos y las sendas todas de los hombres, volverá esta Humanidad a sentir la beatitud, la paz que los primeros moradores de esta Tierra experimentaron en sí mismos y dirán los hombres de aquellos tiempos: -¡El Paraíso vuelve! ¡El Paraíso se acerca nuevamente anosotros! 85 Ese paraíso no es otra cosa que el Reino de los Reinos; el paraíso que habitaron vuestros primeros padres no estaba fuera de ellos, estaba dentro de ellos mismos. En su espíritu llevaron el paraíso que no era otra cosa que la paz de mi Espíritu, la paz de mi Reino, porque antes de que ellos despertaran para el mundo, siendo espíritus encarnados, hacían obras con cierta pureza. 86 Pero el Padre os pregunta: ¿Creéis vosotros que el Padre estuviera satisfecho con esa pureza de aquellas primeras criaturas, pureza que provenía de su inocencia y de su falta de saber? No, pueblo amado. Por medio de aquella inocencia el Padre no podía ser conocido por Sus hijos, no podía ser comprendido ni amado, no podía ser valorado ninguno de Sus atributos divinos. 87 No podía el Padre llenarse de gloriosa satisfacción si no contemplaba méritos en sus propios hijos y es por eso que el Creador dispuso que la carne revelara al hombre los secretos de la vida humana, pero al mismo tiempo permitió que el espíritu le revelase a la carne, por medio de la intuición, la existencia del Padre Creador. Y ante la debilidad de la carne estaba la fortaleza del espíritu, presidida siempre por la luz de la conciencia, en la cual está mi ojo, está mi balanza, está mi voz. 88 En el instante en que el espíritu despertó para la vida humana, antepuso el llamado de la carne a la voz de la conciencia y a la revelación de ella, y el hombre renunció así a llevar una vida espiritualizada; en esa circunstancia comenzó el crisol, la lucha, las necesidades, el dolor, como las consecuencias o el resultado de todos los pensamientos, de todas las palabras y de todas las acciones. 89 Así entonces comenzó el desarrollo del espíritu a través del dolor y de las facultades humanas también, y aquella paz, aquel bienestar incomprensible, aquella beatitud que el espíritu experimentara en medio de su inocencia, fue desapareciendo a medida que la lucha, las necesidades, el trabajo y el arduo desarrollo del espíritu y la carne fueron siendo en el hombre. Y el hombre se sorprendió de no encontrar ya aquella tierra de bendiciones, que bien conocía y a la que después no podía hallar. 90 ¿Dónde había quedado aquel jardín ameno, aquel edén que era el paraíso de las delicias, de la bienandanza, del bienestar y la inocencia? Se había elevado el Padre y había quedado solamente un átomo de paz, una chispa de luz y una conciencia para alumbrar la senda del hombre a través de su larga jornada. 91 Por eso en vano buscan los hombres aquel jardín; en vano los hombres han cruzado por distintos lugares en busca del paraíso y no lo han encontrado, porque el Paraíso nunca ha estado en esta Tierra, ha estado en el espíritu, en el corazón de los hombres. 92 Pero hoy os digo: El paraíso que poseyeron vuestros primeros padres por virtud de la inocencia, vosotros lo recobraréis por virtud de los méritos y de la conciencia. 93 Ya sabéis, discípulos del Señor, lo que es aquel paraíso que para unos ha sido solamente una figura o una parábola, para otros una leyenda y para muchos, algo sin valor. 94 El Paraíso existió, existe y persistirá en la eternidad. Y en todos los tiempos ese paraíso, que es el Reino del Padre, se ha acercado a los corazones que le buscan, a los espíritus que se elevan en pos de ese Reino, a los espíritus que abren sus puertas para recibir la influencia, el ambiente, la beatitud de aquel Reino.