De Enseñanza 306 1950 3 Para extender mi Obra en este Tercer Tiempo, he venido a escoger entre las grandes muchedumbres a 144,000 espíritus señalándoles con un ósculo de luz divina, no un beso de traición, ni sello de un pacto que ponga en peligro vuestro espíritu. Mi marca es la señal que el Espíritu Santo deposita en sus escogidos para cumplir una gran misión en este Tercer Tiempo. El que ostenta esta señal no está a salvo de peligros; por el contrario, es más tentado y más probado que los demás. Recordad a cada uno de los doce escogidos por Mí en aquel Segundo Tiempo y confirmaréis lo que os estoy diciendo. Entre aquéllos hubo instantes de duda, de flaqueza, de confusión, y hasta hubo uno que me traicionó entregándome con un beso a mis verdugos. 7 La marca quiere decir misión, cargos y responsabilidad ante Dios. No es una garantía contra las tentaciones o las enfermedades; si así fuera, ¿qué méritos habría en mis escogidos? ¿Qué esfuerzo haría vuestro espíritu por permanecer fiel a mi palabra? 8 La marca es el signo invisible por medio del cual podrá cumplir su misión quien la lleve con amor, con respeto, con celo y con humildad; entonces podrá comprobar que la marca es una gracia divina que le hace superior al dolor, que le ilumina en las grandes pruebas, que le revela profundos conocimientos y dondequiera abre brecha para que pase el espíritu. 9 La marca es como eslabón que une, a quien la posee, con el mundo espiritual; es el conducto para que se manifieste en vuestro mundo el pensamiento y la palabra del mundo espiritual; por lo que os digo que un marcado es un mensajero, es un enviado y es un instrumento mío. 10 Grande es la misión, así como la responsabilidad, del marcado para con mi Obra; pero no está solo en su camino: a su lado va siempre el ángel protector que le cuida, le guía, le inspira y fortalece. 11 ¡Cuán fuerte ha sido el que ha sabido abrazarse con amor a su cruz, y qué duro y amargo ha sido el camino para el escogido que no ha sabido llevar consigo la divina señal de elegido en el Tercer Tiempo! Yo os digo a todos los que me escuchan, que aprendan a velar y a orar, a llevar con amor su cruz y a practicar con rectitud y obediencia, para que esta vida, que ha significado para vuestro espíritu su reencarnación más luminosa, no vaya a ser estéril y más tarde tenga que llorar el tiempo perdido y los dones desaprovechados. 12 Meditad todos en esta lección, marcados y no marcados, porque todos tenéis dentro de mi Obra un destino que cumplir. 27 ¿Por qué, si pongo mi mirada en los hospitales, en los presidios, en los hogares enlutados, en los matrimonios desavenidos, en los huérfanos o en los hambrientos del espíritu, no os encuentro allí? Pensad que además de enseñaros a orar os he dado el don de palabra y os he enseñado a ungir, y en muchas ocasiones os he dicho que vuestra presencia puede obrar prodigios si verdaderamente estáis preparados. 28 ¡Cuántas ocasiones de impartir la caridad os ofrece la vida diariamente! Mas fijaos que así como se presentan casos en los que lo único que podéis hacer es orar, en cambio hay otros en los que es preciso hablar o actuar. 29 Benditos los que no temen a las malas miradas o a las murmuraciones y sólo llevan el anhelo de impartir la caridad; ellos son los que espiritualmente me acompañan junto al lecho del enfermo, los que van camino hacia aquéllos que habitan en tinieblas, para llevarles la luz de la fe, del saber o del consuelo. 30 Benditos los que se acuerdan de los tristes y los que piensan en los pobres de materia y espíritu, porque su corazón late cerca de mi Espíritu. 31 ¿Cómo vais a pensar en el dolor de vuestros hermanos, si os dejáis dominar por el vuestro? ¿Cómo vais a descubrir que existen en el mundo millones de seres que sufren infinitamente más que vosotros, si lleváis vuestra cruz con inconformidad y siempre estáis diciendo que sois los más desdichados? Hay muchos que caminan lejos, muy lejos del camino verdadero, muchos que nunca han escuchado una palabra de amor; hay muchos que no tienen ni un destello de luz en su ser y no os habéis detenido a ayudarles cuando han pasado junto a vosotros. ¡Cuántos de esos pobres de espíritu soportan el peso de su fardo sin blasfemar ni protestar como vosotros! 32 Es necesario que aprendáis a mirar un poco afuera de vosotros, algo más allá de vuestro hogar y de vuestros afectos, para que vayáis adentrándoos en el dolor de los demás. Que la bondad despierte en vuestro corazón, pueblo amado, para que el espíritu pueda desbordarse y cumplir el máximo mandamiento que está escrito en vuestra conciencia, aquél que dice: Amaos los unos a los otros. Si estáis pobres materialmente y por esa causa no podéis ayudar a vuestros semejantes, no temáis: orad y Yo haré que donde no haya nada brote luz y haya paz. La caridad verdadera, de donde nace la piedad, es la mejor dádiva que podéis depositar en los necesitados. Si al dar una moneda, un pan o un vaso de agua no tuvieseis en vuestro corazón el sentimiento de amor hacia vuestros hermanos, en verdad os digo que nada habréis dado, que más os vale no desprenderos de aquéllo que dais. 33 ¿Hasta cuándo, Humanidad, querréis conocer el poder del amor? Nunca hasta ahora habéis hecho uso de esa fuerza que es el principio de la vida. 34 Cuando caminaba Yo seguido de mis discípulos, visitando aldeas, ciudades y hogares, jamás ofrecí a los pobres una moneda porque nunca la tuve; sin embargo, Yo les daba la salud que a ningún precio habían encontrado, Yo les volvía al buen camino y les brindaba una senda llena de luz, de consuelo y alegrías. Y en cierta ocasión, habiéndome seguido al desierto una gran multitud anhelante de escuchar mi palabra, después de darles el pan del espíritu y contemplado que tenían hambre en el cuerpo, bendije unos cuantos panes y peces y los hice repartir, asombrándose la multitud de que tan escasa provisión hubiese bastado para todos. Y ése fue un milagro realizado por el amor, como una lección inmortal para esta Humanidad escéptica, materialista y egoísta. 35 ¡Ah, si los pueblos de la Tierra, aunque fuese por poner a prueba mi Doctrina, compartiesen su pan fraternalmente, cuánto bien recibirían y qué maravillosas manifestaciones contemplarían! Pero aún no se aman, aún no se reconocen pueblos con pueblos como hermanos. Unos a otros se miran como extraños y se nombran extranjeros; unos a otros se tienen envidias, se tienen rencores, se odian casi siempre y se hacen la guerra. La guerra, alimentada por todos los hombres, está en todas partes donde haya un corazón humano. Unos le dan vida en una forma, otros la fomentan en otra; muchos a sabiendas de lo que hacen, otros sin darse cuenta. 36 Sobre este campo árido, seco de amor, de fe y de buena voluntad, enviaré mi caridad como una lluvia benéfica y fecunda; pero antes, mi justicia, a semejanza de una tempestad, barrerá toda maldad, echará por tierra los malos árboles, purificará campos y ciudades y despertará al espíritu dormido de esta humanidad, para que sepa percibir el divino mensaje que mi amor reserva para los tiempos venideros.