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De Enseñanza 311

4 Vosotros, que habéis escuchado mi palabra a través de mis portavoces, habéis encontrando en ella imperfecciones que unos han atribuido a la materia de ellos y otros a Mí. Yo no vengo a acusar a mis hijos por los cuales me comunico, pero sí os digo: En esta manifestación no he venido a engañaros, nunca lo he hecho.

Yo os he traído mis revelaciones y la inspiración del Espíritu Santo a través del entendimiento humano y junto con mi enseñanza perfecta han ido las imperfecciones del hombre.

El Maestro os dice: Pasará esta etapa de mi comunicación y entonces vosotros, iluminados por la luz de mi Espíritu Santo, sabréis distinguir claramente dónde está la esencia y cuál es la imperfección humana y, como hacen los labriegos en la Tierra que, al recoger su cosecha de trigo saben apartar la paja, así vosotros, apartaréis el trigo de mi enseñanza y la guardaréis en el granero de vuestro corazón y la paja, que es la imperfección de los portavoces, quedará en el olvido, mientras la esencia de mis lecciones quedará eternamente en vuestro espíritu.

18 A mis escogidos les he entregado grandes dones, uno de los cuales es el de la curación, el bálsamo, para que con ese don podáis cumplir una de las misiones más hermosas entre la Humanidad, ya que vuestro planeta es valle de lágrimas donde siempre se encuentra el dolor.

Ese bálsamo no está en vuestras manos, sino que él se desborda en miradas de compasión, de consuelo, de comprensión, pasa a través de los buenos pensamientos y se convierte en sanos consejos, en palabras de luz.

19 El don de curación no tiene límite, nunca olvidéis que estáis saturados de él y que si el dolor hiciera presa de vosotros, porque estéis sujetos a prueba, si con ese bálsamo no podéis apartarlo, recordad mis enseñanzas, olvidad vuestro sufrimiento y pensad en los demás, en quienes la pena es mayor y entonces veréis prodigios en vosotros y en vuestros hermanos.

22 Id siempre en pos de los que sufren y dejad como huella de vuestro paso los mejores frutos de vuestro amor.

No debéis esperar retribución alguna en este mundo, pero si queréis alcanzar recompensa, que ella sea la satisfacción, la alegría de haber logrado hacer reír al que lloraba, de haber resucitado al muerto a mi verdad y de haber consolado al triste.