47 Con la esencia de mi palabra formad en el corazón de vuestros hijos un santuario de espiritualidad, no de fanatismo ni idolatría; conducidlos por la senda de mi Ley.
No basta no hacer daño a nadie. Lo justo es no hacer el mal, pero si hacéis el bien, con esto me estaréis agradando.
48 ¡Cuán diáfana y sencilla es la verdad! ¡Qué clara y simple la espiritualidad! Sin embargo, qué difícil comprenderlas, para quien se obstina en las tinieblas de su fanatismo y de sus tradiciones. Su mente no puede concebir que haya algo más de lo que él sabe, su corazón se resiste a renunciar a lo que para él ha sido su dios y su ley: la tradición y el rito.
49 ¿Acaso creéis que Yo aborrezca a quienes se empeñan en no mirar mi verdad? No, mis hijos, mi caridad es infinita, y es precisamente a éstos a quienes busco para ayudaros a salir de su cautiverio, para que se extasíen en la contemplación de la luz. A ellos les están reservadas las pruebas necesarias para su despertar a la fe. No serán pruebas superiores a sus fuerzas, serán lecciones sabiamente adecuadas a cada espíritu, a cada vida, a cada hombre.
50 De ahí, de entre esas oscuras mentes, de entre aquellos corazones enfermos de fanatismo religioso y de ignorancia, veréis surgir a los grandes y fervientes soldados de la verdad, porque el día que ellos se libren de sus cadenas, de sus tinieblas y vean la luz, no podrán contener su gozo y exclamarán a voz en cuello que Yo he vuelto para salvar al mundo, elevándolo al Reino verdadero a través de la escala de la espiritualidad.
51 Para ayudaros en vuestra evolución habéis tenido la manifestación de Elías, vuestro guía espiritual, el precursor del Tercer Tiempo, el que ha preparado a vuestro espíritu. Mas él ve con tristeza que muchos se encuentran extraviados, y cuán grande es entonces el dolor de Elías; él busca a sus ovejas en unión de mis siervos espirituales por todos los camino.
¿Quién de vosotros se preparará para atraer a los ausentes, a los que están en la senda del dolor? A los que están sufriendo, Yo los fortalezco para que no blasfemen, para que sientan mi presencia y prestos se levanten en este tiempo, para que estén con el Maestro en la mesa y se alimenten con el pan y el vino que he preparado con mi amor.
57 Sois los mismos que en el Segundo Tiempo cantasteis el hosanna cuando Jesús penetró en Jerusalén. Hoy que me manifiesto a vosotros en Espíritu, ya no tendéis vuestros mantos a mi paso; son vuestros corazones los que ofrecéis como morada a vuestro Señor.
Hoy vuestro hosanna no es a voz en cuello; ese hosanna brota de vuestro espíritu como un himno de humildad, de amor y reconocimiento al Padre, como un himno de fe en esta manifestación que en el Tercer Tiempo ha venido a ofreceros vuestro Señor.
58 Ayer, como ahora, así me seguisteis a mi entrada a Jerusalén. Las grandes multitudes me rodeaban cautivadas por mis palabras de amor. Hombres y mujeres, ancianos y niños estremecían la ciudad con sus voces de júbilo, y los mismos sacerdotes y fariseos, temiendo que el pueblo se rebelara, me dijeron: -Maestro, si Tú enseñas la paz, ¿por qué permites que tus discípulos escandalicen de esta manera?- Y Yo les contesté: En verdad os digo, si éstos callasen, las piedras hablarían.
Porque eran instantes de júbilo; era la culminación y la glorificación del Mesías entre los hambrientos y sedientos de justicia, de aquellos espíritus que por largo tiempo habían esperado la llegada del Señor en cumplimiento de las profecías.