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De Enseñanza 329

42 ¿Sabéis cuál es el origen de esa luz que hay en la palabra vertida por los labios de los portavoces? Su origen está en el bien, en el amor divino, en la luz universal que emana de Dios. Es un rayo o un destello de ese Todo luminoso que os da la vida; es parte de la fuerza infinita que todo lo mueve y bajo la cual todo vibra, palpita y gira sin cesar. Es eso que llamáis irradiación divina, la luz del Espíritu Divino que ilumina y vivifica a los espíritus.

43 Esa irradiación lo mismo se manifiesta sobre el espíritu que sobre la materia, lo mismo sobre los mundos que sobre los hombres, las plantas y todos los seres de la Creación.

Es espiritual sobre el espíritu, es material sobre la materia, es inteligencia sobre el entendimiento, es amor en los corazones. Es ciencia, es talento y es reflexión; es instinto, es intuición y está sobre los sentidos de todos los seres, según su orden, su condición, su especie y su grado de adelanto.

Pero el principio es sólo uno, Dios, y su esencia, una sola, el amor. ¿Qué imposible puede ser entonces, que Yo ilumine la mente de estas criaturas para enviaros un mensaje de luz espiritual?

44 Las plantas reciben la irradiación de vida que les envía mi Espíritu para que den frutos; los astros reciben la fuerza que sobre ellos irradia mi Espíritu para poder girar dentro de sus órbitas; la tierra que es el testimonio presente, vivo, al alcance de todos vuestros sentidos, recibe sin cesar la irradiación de vida que hace brotar de su seno tantas maravillas.

¿Por qué ha de ser imposible que el hombre, en cuyo ser brilla como una joya la presencia de un espíritu, que es donde radica su semejanza Conmigo, reciba directamente de mi Espíritu sobre el suyo la divina irradiación, que es la semilla espiritual que en él tendrá que fructificar?

45 Conocedme todos, para que ninguno me niegue; conocedme, para que vuestro concepto sobre Dios esté fundado en la verdad y sepáis que donde se manifieste el bien, ahí estoy Yo.

46 El bien no se confunde con nada. El bien es verdad, es amor, es caridad, es comprensión.

47 El bien es preciso, exacto, determinado. Conocedlo para que no os equivoquéis. Cada uno de los hombres podrá ir por diverso camino, pero si todos coinciden en un punto, que es el bien, llegarán a identificarse y a unirse. No así cuando se empeñen en engañarse a sí mismos, dándole cariz de malo a lo bueno y disfrazando de bueno a lo malo, como acontece entre los hombres de este tiempo.

52 Oídme nuevamente, humanidad: Éste es el Tercer Tiempo en el que me he presentado para deciros que no he venido a borrar una sola de mis palabras reveladas por Mí cuando estuve en la Tierra, sino a borrar de vuestro corazón todas las interpretaciones erróneas que a mis enseñanzas habéis dado.

53 Cuando renunciéis a vuestro fanatismo, que es lo que os ciega y os impide mirar la verdad, comenzaréis a comprender esta doctrina y ante vosotros miraréis surgir lleno de luz el contenido de mis revelaciones, tanto de este tiempo como de los tiempos pasados. Entonces llamaréis justicia perfecta a lo que hoy llamáis misterio y sabréis dar su valor eterno a lo inmutable y su justa importancia a lo humano, que es pasajero.

54 Así sabréis que una sola existencia en la Tierra, por ser tan breve comparada con la vida espiritual, no puede ser decisiva sobre la eternidad de un espíritu, o sea que ni será suficiente para que uno de vosotros alcance dentro de ella la perfección, que os lleve directamente al reino de la más alta espiritualidad que es lo que llamáis Cielo, como tampoco los errores de una vida en la Tierra podrán determinar que un espíritu se pierda en las tinieblas o en el dolor por una eternidad.

55 Ciertamente, una vida humana concedida a un espíritu tiene un valor tan grande y representa una oportunidad tan propicia al progreso de él, que el hecho de desaprovecharla o de emplearla mal, implica que mi justicia, siempre inexorable, se manifieste en el sendero de quien profana dones tan sagrados como los que Yo confío a cada espíritu al enviarle a la Tierra; pero que de una existencia tan breve como es la del hombre en el mundo, dependa toda la eternidad de su espíritu, es un error; con mayor razón, si reflexionáis en que los errores son propios de seres que carecen de desarrollo, de luz y elevación.

57 Espiritualidad es la meta que la Humanidad debe perseguir, ya que a través de ella llegará a identificarse en plenitud con la conciencia y llegar por fin a distinguir el bien del mal, porque a causa de la falta de elevación espiritual de los hombres, aquella voz interior, profunda y sabia, recta y justa, no ha podido ser debidamente escuchada e interpretada y, por tanto, el hombre no ha llegado a tener un conocimiento absoluto que le permita distinguir verdaderamente el bien del mal.

Y no solamente eso, sino que también encuentre en sí la fuerza necesaria para seguir todo impulso bueno y obedecer toda inspiración luminosa, rechazando al mismo tiempo cualquier tentación, pensamiento o sentimiento impuro o malo.

58 Las mejores armas para que el hombre venza a todos sus enemigos las encontrará en su propio espíritu, y será la conciencia la que le revele la forma de combatir y la de defenderse en esa batalla que tendrá que sostener irremisiblemente contra el mal, esa fuerza a la que tan inclinado se siente el hombre, personificándola en un espíritu, al que ha dado tantos nombres y atribuido forma.