10 Os he dicho, discípulos, que tendréis que miraros frente a frente con las grandes religiones y con las sectas menores; pero ante unas y otras no temáis.
La verdad que os he confiado es diáfana; la palabra que os he enseñado es clara y sencilla en su superficie, pero profunda hasta lo infinito en su contenido, y son armas fuertes con las que vosotros lucharéis y venceréis.
Mas os digo: Se levantará un pueblo de la Tierra, pleno de materialismo e incredulidad, para negaros el derecho de llamaros Israel, para negar vuestro testimonio de haber recibido la nueva venida del Mesías, y ese pueblo es el judío. ¿No habéis pensado en él?
Ese pueblo espera en su seno la llegada de su mesías, de su salvador, del que le haga justicia y lo coloque nuevamente sobre todos los pueblos de la Tierra. Sabe ese pueblo que siempre he venido a él y en este Tercer Tiempo dirá: -¿Por qué habría de venir Dios a otro pueblo?- Mas he aquí mis enseñanzas.
11 Desde los primeros días de vuestro mundo Yo comencé a formar la simiente de Israel en el género humano; de generación en generación le fui pulimentando, le fui perfeccionando, hasta que llegó el instante en que formé una familia de espíritus escogidos entre todos, para dar principio a la formación de un pueblo. Con sabiduría escogí a cada espíritu, a cada ser humano, para integrar mi pueblo.
12 Una vez formado y fortalecido por mi caridad cada espíritu, desarrollado en sus dones de acuerdo con aquellos tiempos, cada materia preparada con gracia, le dejé multiplicarse sobre el haz de la Tierra.
Y a ese pueblo siempre le hablé, siempre busqué la forma de estar con él y de comunicarme con él a través de sus patriarcas; hablé con las tribus del pueblo a través de sus reyes y sus profetas, me comuniqué a través de sus guías para conducirlo siempre por el sendero recto, para recordarle que Yo estoy sobre todo lo creado, para recordarle la justicia entre ellos mismos con el fin de que ese pueblo fuera el baluarte de los demás pueblos de la Tierra, fuera la antorcha viva que iluminara hasta el último rincón del planeta, fuera la bendición de todas las naciones y el oasis de paz para todos los tiempos.
13 Por eso lo agracié en el espíritu y en la materia; por eso le concedí tierra fecunda que manaba leche y miel. En sus grandes faltas lo probé para fortalecerlo, para templarlo, para que pudiese reconocer el bien y el mal, la luz y la tiniebla, la abundancia y el hambre, la libertad y la esclavitud y permití además que fuese tentado y en las grandes tentaciones y perturbaciones que llegaron, unos cayeron y otros me fueron fieles. Por los que cayeron sufrieron los otros; por los débiles fueron tocados los fuertes.
Mas ¿cuál fue la debilidad de los unos y la fidelidad y constancia de los otros? Los débiles cayeron en el amor desenfrenado por los bienes terrestres, en las bajas pasiones, en las ambiciones sin límite, en los malas costumbres, en los cultos hipócritas. Los perseverantes lo fueron en su humildad, reconociendo y amando a su Creador, por medio del culto sencillo y las costumbres sanas.
15 Cuando llegó el Señor como Mesías, como Salvador entre su pueblo, unos lo esperaban hacía mucho tiempo como el Dios de amor, de justicia y de paz, como el Padre de todo consuelo y de todo bálsamo; otros lo esperaban como un soldado invencible, como un guerrero que levantando a su pueblo, lo llevase a exterminar a los pueblos enemigos, a aquéllos que habían cautivado y dominado al pueblo del Señor; esperaban que sus manos trajesen las grandes riquezas terrestres, los bienes temporales para donar a cada uno de sus hijos y de sus tribus.
Así, cuando el Mesías apareció en la Tierra lleno de mansedumbre y de pobreza humana, en la más completa humildad, sólo fue sentido y reconocido por los fieles y perseverantes, por los que tenían sensibles el espíritu y el corazón a las lecciones elevadas, al mensaje divino que traía el Señor a través de Jesús.
16 Y en los que esperaban al Dios rico y poderoso de la Tierra, al guerrero vencedor de todos los agravios que el pueblo había sufrido, su decepción fue grande y su negativa también; pero aquel Maestro del bien y de la humildad, envolvió a todo su pueblo en el mismo amor, encontrando que él se había dividido en dos reinados; lo mismo en Samaria que en Judea entregó su palabra; lo mismo en una tribu que en la otra derramó su amor, su bálsamo, sus milagros, enseñanzas y profecías.
Mas a pesar de ello, siguió siendo negado por los judíos carnales, por los materializados, por los que temblaban ante las revelaciones del espíritu, por los que no querían contemplar el camino que conduce al Más Allá, y fue en cambio reconocido y amado por los que esperaban la venida del Reino de los Cielos, el pan de vida eterna, la verdad sobre todos los hombres, el amor sobre todas las criaturas y desde ese tiempo, ese pueblo caminó en división.
18 En pleno Tercer Tiempo vivís y en este tiempo mi mirada contempla a mi pueblo de Israel dividido todavía en dos bandos: uno, materializado, enriquecido con los bienes de la Tierra para su propia restitución, haciendo estremecer hasta los cimientos al mundo con su poderío, porque su fuerza, su talento, las gracias que el Padre derramó sobre su espíritu, las ha puesto al servicio de sí mismo, de su ambición, de su grandeza.
19 Y contemplo también la otra parte de mi pueblo, la de los perseverantes y fieles, de los que siempre han sabido sentir mi presencia, de los que siempre han reconocido mi llegada entre los hombres, de los que han creído en mis revelaciones y a pesar de todo me han obedecido y me han cumplido.
Y esa otra parte no solamente sois vosotros que habéis sido testigos de mi comunicación por conducto del entendimiento del hombre en este tiempo, sino que parte del pueblo de Israel espiritual está diseminada por todo el orbe y en el lugar donde cada quien se encuentra, recibe mi caridad, siente mi presencia, se sustenta con mi pan y me espera, sin saber por dónde he de llegar ni en qué forma, pero me espera.
20 ¿Creéis que mi pueblo siempre va a estar dividido? En verdad os digo que no. Para vosotros ha llegado la enseñanza, la luz y las pruebas. Para aquéllos ha llegado mi justicia y las pruebas también; les estoy conduciendo a grandes pasos hacia el despertar para su espíritu y aunque, de cierto, en el primer momento van a negar mi tercera venida al mundo como negaron la segunda, Yo os digo: No está ya lejano el instante de su conversión.
22 Dividido el pueblo no ha podido triunfar sobre los demás pueblos de la Tierra, pero os digo en verdad: Así como aquéllos han dado en el Tercer Tiempo grandes pruebas de su fortaleza y de su luz dentro de la vida humana, quiero que también vosotros deis pruebas de vuestra espiritualidad, deis pruebas de que la fuerza del espíritu es mayor que las fuerzas humanas, para que en la contienda venza sobre éstas.
¿No se llenaría de gozo vuestro espíritu y corazón, si por vuestro amor se lograra convertir a aquel pueblo tan tradicionalista y espiritualmente estacionado, a la Doctrina espiritualista? ¿No habría fiesta entre vosotros si el antiguo Israel se convirtiera por el nuevo Israel, o sea que el primero alcanzará gracia por el postrero?
Hasta ahora, nada ha convencido al pueblo judío de que debe de romper con antiguas tradiciones para alcanzar su evolución moral y espiritual. Es el pueblo que en apariencia se ajusta a las leyes de Jehová y de Moisés, pero que realidad sigue adorando al becerro de oro.
Ya está próximo el tiempo en que ese pueblo errante y diseminado por el mundo, deje de mirar hacia la Tierra y eleve sus ojos hacia el Cielo, en busca de Aquél que, desde el principio, les fuera prometido como su salvador, y al que desconoció y dió muerte porque le creyó pobre y sin bien alguno.
Se acerca la hora en que aquella cruz que por sentencia me dieron, se torne en vara de justicia sobre cada una de aquellos espíritus hasta que por fin sus labios exclamen: -¡Jesús fue el Mesías!
33 De cierto os digo que el espíritu es como una simiente, es como la semilla que vosotros conocéis -os hablo en sentido figurado-. También germina, echa raíces y crece, florece y fructifica. Pero algo más tengo que deciros: No todos los espíritus germinan al mismo tiempo, ni fructifican en tiempo determinado.
Unos lo hacen antes y otros después, aun cuando hayan sido sembrados en el mismo instante. Esto comprendedlo y aplicadlo vosotros al pasado, al presente y al futuro vuestro y de toda la Humanidad, porque de ello entresacaréis grandes conclusiones, grandes revelaciones y grandes contestaciones a las interrogaciones y dudas de los hombres.