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De Enseñanza 360

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6 Es tiempo decisivo para los espíritus, es tiempo de contienda en verdad. Todo es combate y lucha. Esa guerra está en el corazón de cada uno de los hombres, en el seno de los hogares, en la raíz de todas las instituciones, en todos los pueblos, en todas las razas.

No solamente en el plano material se combate, también en el valle espiritual. Es la gran batalla contemplada en forma simbólica por los profetas de otros tiempos, y vista a través de mirajes por los profetas o videntes de este tiempo. Mas este combate que agita, que conmueve a todo, no es comprendido por la Humanidad, aun siendo ella elemento y testigo de esa misma batalla.

Es apresurado el paso de la Humanidad en estos días y ¿hacia dónde va? ¿Hacia dónde camina con tanta premura el hombre? ¿Acaso por esa senda vertiginosa va a hallar felicidad, va a alcanzar la paz deseada, la grandeza que egoístamente anhela cada corazón?

7 Yo os digo que lo que en verdad el hombre va a alcanzar con su paso presuroso, es la fatiga total. Hacia el hastío y el cansancio avanza el espíritu y el corazón de la Humanidad y ese abismo ha sido preparado por el mismo hombre.

8 En ese abismo caerá y en esa fatiga total, en ese caos de odios, de placeres, de ambiciones no satisfechas, de pecado y adulterio, de profanación a las leyes espirituales y humanas, encontrará una muerte aparente para el espíritu, una muerte pasajera para el corazón.

Pero de esa muerte Yo haré que el hombre se levante a la vida; Yo haré que tenga su resurrección y en esa nueva vida luche por el renacimiento de todos los ideales, por el resurgimiento de todos los principios y de todas las virtudes, que son atributos y patrimonio del espíritu, que son su principio, su alfa; porque de Mí el espíritu brotó, de Mí tomó vida, de mi perfección bebió, de mi gracia quedó saturado.

9 En este tiempo de la gran lucha espiritual, acompañad a los hombres con vuestra oración.

Si los veis llorar, no unáis vuestro llanto a la causa que a ellos hace llorar, pero llorad por ellos, porque son vuestros hermanos y que vuestras lágrimas de amor sean bálsamo y consuelo. Si los miráis intranquilos, no participéis en su intranquilidad, porque vosotros sois los hijos de la paz, pero velad por ellos y convertíos todos en ángeles de paz; dejad caer como un rocío de vuestro espíritu, la paz, que es fruto del amor, sobre todo el Universo.

10 Si sabéis que ellos entablan discusiones y deliberan exponiendo razones que se oponen a otros análisis, vosotros estad sobre todo ello; penetrad en mi Obra, en mi palabra en ese instante y derramad sobre las razones que asistan a los hombres para sus luchas y sus guerras, la luz del Espíritu Santo con vuestra oración, vuestro ejemplo y vuestra palabra.

Si los veis caminar con las armas al hombro y después esgrimirlas sin misericordia contra su propio hermano, esgrimid también vosotros vuestras armas de amor, de caridad, de perdón, de vida eterna.

19 Seguid penetrando con mansedumbre en oración, para que Yo pueda seguir modelándoos, para que presto pueda dejaros convertidos en los siervos y en los apóstoles de esta Obra que sabéis he denominado como Espiritualista Trinitaria Mariana, nombres que, en verdad os digo, deberán desaparecer cuando el mundo cumpla mis leyes.

No habrá entonces necesidad de nombres ni de símbolos, porque todos íntimamente la llevaréis en vuestro ser como una piedra espiritual que, unida a las de todos los demás, formará el verdadero templo, el verdadero santuario, donde more vuestro Padre y Creador.

20 ¿Acaso toda la Humanidad es trinitaria? No, discípulos. No todos llevan en su espíritu el legado de los tres tiempos. Hay muchos que ni siquiera conservan el testamento de los dos tiempos pasados y hay quienes ni siquiera el del Primer Tiempo; pero la semilla trinitaria, mi ley, doctrina o lección, como queráis llamarla, que en tres tiempos os he confiado, la llevaréis como siempre al corazón de todos los pueblos y de todos los hombres.

No vais a imponer mi enseñanza con anatemas, con amenazas ni dolor. Solamente vais a exponerla, a presentarla limpia y pura como ella es.

Vais a ofrecer esta fuente de sabiduría eterna y a dejar que lleguen los sedientos a beber de sus aguas cristalinas; de cierto os digo que los que sientan haber calmado su sed, estarán ya entre vosotros.

Los que beben y no hayan sabido mitigar su sed, ésos negarán, pero vosotros me dejaréis esa causa; y habrá otros que se negarán a beber y vosotros esperaréis, porque la fuente es eterna.

Si aquéllos que reniegan hoy, no quieren tomar de estas aguas, mañana su sed será mayor, su sed los abrasará y entonces vendrán a la fuente y si no la encuentran próxima, la buscarán a través de desiertos y largos caminos, recordando que era fresca e incitante, hasta que la encuentren, porque si a Mí me fue negada el agua, Yo nunca os la negaré a vosotros.

22 Contemplo congregaciones, pequeñas sectas y grandes conglomerados de hombres que buscan la espiritualidad, que penetran en el santuario espiritual, en la morada de los espíritus; los unos por caminos próximos al de la intención espiritual, que es la que llega a Mí; Yo la premiaré un día y el verdadero Espiritualismo, la doctrina profunda, plena de enseñanzas y revelaciones, de consuelo y sustento espiritual del Espíritu Santo, llegará a ser revelada a todos, a los ansiosos, a los sedientos y a los fríos e indiferentes.

23 ¿Es mariana toda la Humanidad? En verdad os digo: No, muchos ni siquiera conocen a María. Contemplo una parte de la Humanidad que ni su nombre conoce; otra gran parte que ha caído en gran fanatismo por Ella, en la más grande idolatría, en la profanación, en el lucro, y otra parte de la Humanidad y de las religiones que no la reconocen como Madre espiritual de la Humanidad.

24 A vosotros os he nombrado pueblo mariano, porque vais a enseñar a la Humanidad quién es María.

25 Yo os digo, oh pueblo, que María no es solamente la mujer que en el Segundo Tiempo concibió al Redentor. Yo digo a todas esas partes de Humanidad que os he mencionado, a todas las sectas y religiones, a todas las razas y a todos los seres, que María es la esencia maternal divina que siempre ha existido; es la esencia femenina universal que podéis descubrir y contemplar en todas las obras de la Creación; es el Espíritu maternal, es la ternura, es la intercesión y el seno que amamanta.

Desde los tiempos pasados os fue revelada la existencia de María y su advenimiento material, porque en verdad desde los primeros hasta los postreros, a todos he hablado como Padre, como juez y como Maestro.

26 Desde el Primer Tiempo los patriarcas y profetas comenzaron a hablar del Advenimiento, de la venida del Mesías. Mas el Mesías no vino solamente en Espíritu; vino a encarnarse, vino a hacerse hombre y a tomar carne de una mujer. La esencia maternal divina tuvo que encarnarse también, hacerse mujer, como una flor de pureza, para que de su corola brotase la fragancia, el perfume del Verbo de Dios que fue Jesús.

27 Cuando aquella mujer hubo llegado a su edad de doncella, fue desposada. El Padre envióle un ángel para anunciarle su misión. Mas, ¿cómo la encontró el ángel, cómo sorprendió a la virgen desposada? Orando, y al encontrarla preparada, le dijo: -¡Salve, oh María, que has hallado gracia delante de Dios. No temáis, que tu seno concebirá a Aquél que ha de reinar en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin!

28 Sabía María que iba a concebir a un Rey más poderoso y grande que todos los reyes de la Tierra, y ¿acaso por ello se coronó reina entre la Humanidad?

29 ¿Sus labios acaso pregonaron por las plazas, por las calles, por los hogares humildes o en los palacios, que Ella iba a ser la Madre del Mesías, que el Unigénito del Padre iba a brotar de su seno? No, en verdad, pueblo; la más grande humildad, mansedumbre y gracia hubo en Ella y la promesa se cumplió su luz, en el instante y después, a lo largo de la vida del Hijo, fue Madre amantísima, que conocía espiritualmente el destino de Jesús, la misión que habría de desempeñar entre los hombres y para qué había venido. Jamás se opuso a ese destino, porque Ella era parte de la misma obra.

30 Si a veces derramó su llanto, era llanto de madre humana, era carne que sentía el dolor de su propia carne en el hijo. Mas, ¿fue discípula del Maestro, su Hijo? No, nada tenía María que aprender de Jesús. Ella estaba en el mismo Padre y había venido a encarnarse sólo para cumplir aquella hermosa y delicada misión; y ¿aquel corazón de Madre insigne se concretó a amar solamente a su Hijo amantísimo? No, en verdad. A través de aquel pequeño corazón humano se manifestó el corazón maternal en consuelo y en palabras sublimes, en consejos y en caridades, en prodigios y en luz, en verdad.

Jamás la ostentación fue en Ella, jamás turbó la palabra del Maestro; pero así como fue a los pies del pesebre que le sirvió de cuna, así fue a los pies de la cruz donde expiró el Hijo, el Maestro, dando el último suspiro en cuanto hombre.

31 Así cumplió Ella su destino de madre humana, dando un ejemplo sublime a todas las madres y a todos los hombres; y para que Ella fuese tenida en cuenta por la Humanidad, para que Ella fuese también amada y para que su ejemplo no se borrara del corazón de los hombres, el Maestro, sangrando en el madero, dedicó una de sus siete palabras a la Madre, diciéndole: -Madre, ¡he ahí a tu hijo!-, y diciendo al hijo, que en ese instante era Juan, el apóstol del Señor: -Hijo, ¡he ahí a tu Madre!

32 Con esto quiso el Maestro dejar a Juan representando a la Humanidad y crear en el corazón de los hombres un santuario de amor y de respeto para la Madre Universal.

33 ¿Acaso Juan, el apóstol, tomó aquella maternidad solamente para sí? No, en verdad; llegó entre los suyos, entre los compañeros de lucha y enseñanzas, entre los demás discípulos y les dijo: -El Maestro dijo esto antes de partir- y quedaron entonces los discípulos en torno a María, hasta que Ella hubo de elevarse al infinito.

34 El día del Pentecostés, aquella fiesta que el pueblo celebraba desde el Primer Tiempo, se encontraban reunidos los discípulos y en el seno de ellos estaba María. Y el Espíritu Santo, simbolizándose en una blanca paloma, se acercó y los bañó en su luz y los llenó de su gracia.

35 Los discípulos sintieron el más profundo respeto y amor por María; y si aquellos sembradores, aquellos doctores del espíritu sintieron esa veneración por la Madre del Redentor en cuanto hombre, ¿por qué no habían de sentirla las generaciones de los tiempos que les sucedieron? Yo os he dicho que María es eterna y si vosotros la buscáis, en verdad os digo, muchos la encontraréis.

36 Cuando Juan, mi discípulo, se encontraba en su retiro solitario en la isla de Patmos donde recibió las grandes revelaciones de los tiempos venideros, donde penetró espiritualmente en el Más Allá, contemplando los grandes misterios del Señor encerrados en símbolos, representados por figuras, allí también contempló la figura de María.

En esa gran revelación confiada por el Padre a Juan para los hombres de las eras venideras, ahí el profeta, después de una gran señal, contempló a una mujer vestida de sol y la luna debajo de sus pies y una corona formada sobre su sien por doce estrellas. Aquella mujer sentía dolores de parto, y cuando aquel dolor era más intenso vio Juan a la maldad en forma de dragón acechándola, esperando solamente el nacimiento del hijo para devorarlo.

Y el Maestro os dice: Si esa revelación, dada por el Padre a Juan, hablaba de los tiempos venideros, Yo os digo: Él vio a María en el Tercer Tiempo próxima a dar a luz al pueblo mariano y a la maldad acechando al pueblo del Señor.

Juan contempló también que en el instante del nacimiento se entablaba una gran batalla de ángeles contra el dragón que simbolizaba la maldad humana, una batalla que es la que ahora tenéis, porque el pueblo mariano ha nacido, ya ha surgido sobre el haz de la Tierra y hoy se encuentra recibiendo su escudo y su espada de amor para penetrar en la gran batalla final.

37 Eso significa esta revelación, oh pueblo amado. Por eso el Padre os ha dicho en este día: Los que dicen conocer a María, no la conocen en su verdad, la miran solamente como mujer, la contemplan solamente como madre humana y en torno a Ella han creado cultos, ritos, festines y fanatismos. Por esa adoración idolátrica se han olvidado del cumplimiento de las leyes del Señor, de la palabra del Maestro y de amarse los unos a los otros.

38 No es así como el Padre quiere que el mundo conozca a María, ni es así como quiere que la amen. No es María solamente la mujer, ya os lo he dicho: María es la esencia maternal que existe en lo divino y que se manifiesta en todo lo creado.

39 Si la buscáis vosotros en la soledad de la noche, en el silencia que nada perturba, allí en el Cosmos, su imagen encontraréis, y si la buscáis en la fragancia de las flores también la encontraréis, y si la buscáis en el corazón de vuestra madre, allí la tendréis.

Si vosotros la queréis encontrar en la pureza de la doncella, allí la miraréis también, y así como en ella, en tantas y tantas obras donde se refleja la imagen del eterno femenino que existe en Dios y está en toda la Creación.

40 Cuando vosotros levantéis vuestra envoltura por los caminos del cumplimiento, de la predicación de la enseñanza, tropezaréis con los duros corazones, con aquéllos que han puesto una puerta hermética para no dejar penetrar la esencia del amor de María ni su nombre; para muchos, esa esencia no existe.

¿Qué vais a hacer, oh pueblo? ¿Vais por la fuerza a derribar aquel muro, aquella puerta para hacer penetrar la enseñanza mariana en aquellos hombres y pueblos? No, os he dicho que solamente vais a exponer mi Obra, a presentar mi lección, pero hablaréis con tanto espíritu, con tanto corazón, con tanta verdad, que muchos de aquellos reacios se convertirán y dirán: -¡En verdad, la esencia de la Madre Universal flota en el Universo, la Doctrina es clara y comprensible, es como una fuente de vida que invita a beber, pero que no fuerza a tomar de ella!

41 En verdad os digo que si eso fuera, ha mucho tiempo que con mi poder hubiera atraído a todos los espíritus, para lavarlos en esas aguas, para hacerlos beber de ella y para llevarlos al fin a que habéis sido destinados todos.

Pero es que no habréis de llegar a Mí solamente por Mí, sino también por vosotros. Por eso os he confiado espíritu, voluntad, inteligencia, potencias y sentidos; es por eso que os he revelado mi Ley y os he confiado el tiempo y he dejado en un camino de evolución a vuestro espíritu, de progreso y redención del mismo; quiero que vuestro corazón y vuestra palabra sean como una fuente, como un manantial inagotable entre los hombres y que vuestra voz humildemente invite a beber de mi palabra que vosotros vais a derramar.

43 Vuestro paso manso y humilde va a conmocionar religiones, va a conmover cimientos y principios. Vuestra palabra, que será siempre la mía, va a derrumbar falsos santuarios y de ellos no va a quedar ni piedra sobre piedra; va a derrumbar los ídolos, toda esa idolatría que en torno al culto a Dios se ha hecho, igual que sobre María y sobre su nombre, hasta haber llegado a las más grandes exageraciones. Todo ello tendrá que desaparecer calcinado por el fuego de la palabra del Espíritu Santo, que Yo he puesto y seguiré poniendo en vosotros.