De Enseñanza 79 2 Venid a Mí, los que os encontráis cansados, tristes y hambrientos de amor, aquéllos a quienes la Humanidad haya tratado mal. Venid a Mí, enfermos, Yo os haré sentir el dulce amor de mi caridad. Vengo a apartar vuestra amargura para convertiros en los hijos de la paz, de la luz y de la fe. ¿Me preguntáis por qué he venido a vosotros? Porque veo que habéis olvidado el camino por donde debéis retornar al seno de donde brotasteis, y Yo os lo vengo a mostrar nuevamente. 3 El camino es mi Ley y por medio de su cumplimiento alcanzará perfección el espíritu. Os estoy mostrando la puerta tan estrecha como el camino que en aquel tiempo os señalé con mi enseñanza. 4 Estoy reedificando el templo al que me referí cuando dije a mis discípulos que maravillados contemplaban el templo de Salomón: De cierto os digo que de él no quedará ni piedra sobre piedra, mas Yo en tres días lo reedificaré. Quise decir que todo culto exterior, por suntuoso que a la Humanidad parezca, desaparecerá del corazón de los hombres, para levantar en su lugar el verdadero templo espiritual de mi Divinidad. Este es el Tercer Tiempo, o sea el tercer día, en el que Yo terminaré de reedificar mi templo. 6 Amaos los unos a los otros desde aquí en la Tierra, pensando que todos estáis unidos por lazos espirituales indisolubles, y que irremisiblemente llegará el instante en que todos estaréis unidos en el valle espiritual. No labréis sólo remordimientos para aquella vida, ni esperéis el tener que avergonzaros en presencia de aquéllos a quienes ofendisteis. 7 Los que han desarrollado el don de videncia podrán testificar mi presencia, mas los que no han logrado desarrollarlo y les falta fe dicen: -Quisiera ver para poder creer. 8 Quisierais que os mostrase mi herida para contemplarla y hundir en ella vuestros dedos; mas Yo os digo: Tomás pidió esa prueba y le fue concedida, mas luego lloró su falta de fe y dio su vida por testificar mi Doctrina. Si Yo os concediera esta gracia, ¿haríais lo mismo que aquel discípulo? 34 Comprended que aunque aparentemente la Creación ha sido terminada, sin embargo, todo evoluciona, todo se transforma y se perfecciona. ¿Podría vuestro espíritu escapar a esa ley divina? No, mis hijos. Nadie podrá decir la última palabra sobre lo espiritual, sobre la ciencia ni sobre la vida, porque son obras mías que no tienen fin. 35 Os enseño a ocupar dignamente el lugar que a cada uno he destinado y a caminar con mansedumbre, y a la vez con firmeza, por el sendero que mi caridad os ha trazado. Mi palabra celestial lo mismo ilumina al que ocupa lugar de señor que al que cumple la misión de siervo; es a semejanza de la luz del sol que a todos ilumina. 36 Los hombres aún no han cumplido en la Tierra sus obras más grandes, aquéllas que lleven a mi corazón de Padre una divina satisfacción. Todavía muchas de sus obras, maravillosas dentro de lo humano, resultan pequeñas si sus autores las juzgan con mis leyes de amor. Ahí tenéis la razón de por qué muchos hombres de ciencia no quieren asomarse a lo espiritual, porque saben que ahí está la presencia del que todo lo sabe, del que todo lo ve y lo juzga. Prefieren negar mi existencia, creyendo con ello, acallar la voz de su conciencia. 37 No creáis que Yo juzgue mal a mis hijos por el hecho de querer conocer los misterios de la naturaleza; no, mi sabiduría es la herencia divina que tengo para mis hijos, mas sí juzgo la finalidad o la intención de los hombres de ciencia, cuando ellas no están encaminadas a los fines para los cuales es revelada. 38 Si Yo os digo que mi sabiduría será vuestra, ¿creéis que una sola existencia pueda ser suficiente para saber todo lo que tengo que revelaros? Si os digo que la ciencia humana no la podréis adquirir sin recorrer el extenso camino de la evolución, menos podréis adquirir el conocimiento de lo espiritual sin una completa evolución de vuestro espíritu. 39 No vengo a poner en pugna la espiritualidad con la ciencia, porque ese error ha sido de los hombres, mas nunca mío; por el contrario, vengo a enseñaros a armonizar lo espiritual con lo material, lo humano con lo divino, lo pasajero con lo eterno; sin embargo, os declaro que para andar por las sendas de la vida, es menester conocer antes el camino que os traza la conciencia, cuya ley espiritual procede del Espíritu Divino. 40 El hombre cree estar haciendo su voluntad, cree estar libre de toda influencia superior a él y hasta llega a creerse absoluto y forjador de su propio destino, sin presentir que llegará la hora en que todos comprendan que fue mi voluntad la que se hizo en ellos. 41 Muchas obras de justicia divina se verán en la Tierra; entre ellas veréis a los hombres de ciencia descender hasta los humildes, aquéllos que en su corazón lleven la semilla de la espiritualidad o que hayan desarrollado el don de la comunicación de espíritu a Espíritu, para escuchar a través de ellos las revelaciones que su mente no descubrió.