De Enseñanza 9 25 Velad y orad, os repito con frecuencia, pero no quiero que os familiaricéis con este dulce consejo, sino que lo estudiéis y lo pongáis en práctica. 26 Os digo que oréis, porque aquél que no ora, se entrega a pensamientos superfluos, materiales y a veces insanos, con lo cual, sin darse cuenta, fomenta y alimenta las guerras homicidas; mas cuando oráis, vuestro pensamiento, como si fuera espada de luz, rasga los velos de oscuridad y los lazos de la tentación que hoy están aprisionando a muchos seres, satura de espiritualidad el ambiente y contrarresta las fuerzas del mal. 27 No desmayéis ante la lucha, ni os desesperéis si aún no habéis visto ningún resultado. Comprended que vuestra misión es luchar hasta el fin; pero debéis tomar en cuenta que a vosotros sólo os tocará hacer una mínima parte de esta obra de regeneración y espiritualidad entre la Humanidad. 28 Mañana dejaréis vuestro puesto y otros vendrán a seguir vuestra labor. Ellos llevarán la Obra un paso más allá y así, de generación en generación, se irá cumpliendo mi palabra. 29 Al final, todas las ramas se unirán al árbol, todas las naciones se unirán en un solo pueblo y la paz reinará en la Tierra. 30 Orad, discípulos, y perfeccionaos en vuestra elevación para que vuestras palabras de enseñanza y amor encuentren eco en el corazón de vuestros hermanos. 31 En verdad os digo que si este pueblo, además de comprender su destino, ya estuviese cumpliendo con su misión, por sus oraciones alcanzaría gracia la Humanidad. Pero aún os falta caridad, que sintáis a vuestros semejantes como verdaderos hermanos, que en verdad lleguéis a olvidar las diferencias de razas, lenguas, credos y que además borréis de vuestro corazón toda huella de rencor con aquellos que os hubieran ofendido. 32 Cuando logréis elevar vuestros sentimientos por encima de tanta miseria humana, brotará de vosotros la más sentida y sincera petición en favor de vuestros hermanos, y esa vibración de amor, esa pureza de vuestros sentimientos, serán las espadas más poderosas que destruyan las tinieblas que las guerras y las pasiones de los hombres han venido formando. 33 El dolor os ha preparado, Israel; en la esclavitud os habéis acrisolado, por eso sois los indicados para velar por los que sufren. 40 Sanaos en Mí, olvidad pesares y amad; quien tiene amor, lo tiene todo; quien dice amor, lo dice todo. 41 Mas cuando comprendéis que todo lo que brotó de Mí es perfecto, armonioso y bello, os preguntáis: ¿Por qué entonces los hijos de Dios viven en el mundo destruyendo y aniquilando? ¿Qué fuerza los mueve para desconocerse y destruirse, siendo que emanaron de la fuente límpida del Padre? ¿Cuáles son esas fuerzas y por qué Dios con su infinito poder no ha detenido el avance de los hombres que destruyen la paz? ¿Por qué permite la maldad entre la Humanidad? 42 Oíd, discípulos: El hombre tiene como herencia espiritual el libre albedrío y sobre éste la conciencia; todos al nacer están dotados de virtudes y pueden hacer uso de ellas. En su espíritu está la luz de la conciencia; pero a la vez que la materia se desarrolla, con ella se desarrollan las pasiones, las malas inclinaciones, siendo éstas las que luchan contra las virtudes. Dios así lo permite, porque sin lucha no hay méritos, y así lo necesitáis para ascender en el camino espiritual. ¿Cuál sería el mérito de los hijos de Dios, si no lucharan? ¿Qué haríais si vivieseis llenos de felicidad, como lo deseáis en el mundo? ¿Rodeados de comodidades y riquezas podríais esperar el progreso espiritual? Estaríais estancados, porque no existe el mérito donde no hay lucha. 43 Mas no os confundáis, porque al hablaros de lucha, Yo me refiero a la que desarrolláis para vencer vuestras debilidades y pasiones. Esas luchas son las únicas que permito a los hombres para que dominen su egoísmo y su materialidad, a fin de que el espíritu tome su verdadero sitio iluminado por la conciencia. 44 Esa batalla interior sí la autorizo, mas no aquella que hacen los hombres con el deseo de engrandecerse, cegados por la ambición y la maldad. 45 El ruido y los horrores de las guerras fratricidas han apagado la sensibilidad del corazón humano, han impedido la manifestación de todo sentimiento elevado, como son la caridad y la compasión. 46 No quiero deciros que todos se encuentren así, no, porque aún hay hombres en los cuales existen sensibilidad, compasión y amor para sus semejantes, llegando hasta el sacrificio para evitarles males o librarlos de alguna prueba. Si esta ayuda llegan a daros algunos hombres, ¿qué no hará vuestro Padre Celestial por vosotros que sois sus hijos? Entonces, ¿cómo habéis llegado a pensar que Él os envía el dolor y la desolación? 47 Soy el mismo Maestro que en el Segundo Tiempo os habló del camino del Reino de los Cielos; soy el mismo Cristo manifestando la verdad a través de los siglos, las lecciones eternas que son inmutables, porque son revelaciones que brotan de mi Espíritu. 48 Mirad en Mí al Padre, porque de cierto os digo que Cristo con el Padre es Uno desde la eternidad, desde antes de que los mundos fueran. En el Segundo Tiempo ese Cristo que es Uno con Dios, encarnó en la Tierra en el cuerpo bendito de Jesús; y así vino a ser el Hijo de Dios, mas sólo en cuanto hombre, porque vuelvo a deciros que un solo Dios existe. 49 A veces pensáis que os hablo demasiado del espíritu y que me olvido de vuestras necesidades y preocupaciones humanas, a lo cual os digo: Buscad el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura. Entonces vendrá a vosotros la paz, la serenidad, la comprensión, el perdón, el amor y, en la parte material, todo lo tendréis en abundancia. 50 Yo conozco y sé de todas vuestras necesidades y me encargo de aliviar todas vuestras preocupaciones según mi voluntad; y si en ocasiones os habéis sentido defraudados porque no os he concedido inmediatamente aquello que pedíais, no por eso sois menos amados del Padre: es porque así os conviene.