HUMANIDAD
Parte 15
El dolor es un gran maestro
Tomad las penas como grandes lecciones de la vida. Si creéis en mi palabra, debéis creer en la lección en que os dije: La hoja del árbol no se mueve sin la voluntad de Dios. Entonces podréis también creer que la sabiduría de Dios todo lo ha dispuesto bien y que no puede haber sufrimiento que no deje en el hombre una sabia lección. Cada día de vuestra existencia, es una página del libro, en la cual está señalada con un aprueba a cada uno de vosotros y cada prueba, tiene un significado y una razón. Esta vida es una continua prueba para el hombre, desde que nace hasta que deja de existir
Es necesario que comprendáis que el dolor que os toca por medio de las pruebas, es un bálsamo y un alivio para el espíritu, porque mientras la materia tiene salud y bienestar, el espíritu muchas veces es arrastrado al abismo, se siente aprisionado dentro de una vida llena de placeres y pasiones desatadas, pero vacía de luz para el espíritu. Hasta que llega el dolor con una fuerza más poderosa que las pasiones humanas, a detener al hombre en su ciega carrera, haciendo que el espíritu se libre del dolor y reconozca que no existe justicia más sabia que la de Dios.
El tiempo de la restitución y de la purificación tenía que llegar aunque para ello tuvieran que pasar siglos sobre el mundo y vuestro espíritu tuviese que aguardar esa hora. Hay pruebas que las envía mi justicia, pero la mayor parte de ellas, vosotros las vais labrando con vuestras flaquezas. Esa es la causa del sufrimiento de esta humanidad.
Juzgáis superficialmente, como si fueseis niños. No Habeis sabido penetrar en la verdad y es por eso que cuando el dolor embarga vuestro corazón, os creéis víctimas de una injusticia divina, y Yo os digo. que en Dios, no puede existir ni la menor injusticia. Cuando una prueba llega a vuestra vida y no le encontráis causa clara, clamáis diciendo: pero ¿Qué he hecho yo para que así se me castigue? Sin saber que a veces mi justicia tarde siglos y hasta eras para llegar a un espíritu. Mi justicia siempre llega y aunque en apariencia llegue tarde o fuera de tiempo, lo cierto es que ella, se manifiesta siempre en una forma sabia, perfecta e inexorable.
Cuando el dolor llega a ser muy intenso, entonces el hombre por más indiferente y frió que se haya mostrado ante mi Doctrina, se acuerda de Dios, vuelve sus ojos a Mí en busca de mi caridad y en su desesperación, dice: "Señor, ¿por qué no me concedéis lo que tanto os pido?, Si no habéis de atender mi súplica, entonces acortad mis días en la Tierra, ya que no tiene objeto estar en ella para sólo para sufrir". ¡Cuánta ignorancia mostráis al hablar así a vuestro Padre que es todo amor para sus hijos!
Si queréis profundizaros mas en el por qué de vuestras pruebas, recordad que estais en el tiempo de la restitución de todas vuestras faltas pasadas. La humanidad ignora que el origen de su mal está en su espíritu. El hombre por sí sólo, es incapaz de recibir mi palabra y modificar sus costumbres, tendencias, ambiciones y falsos ideales, por eso he permitido que el dolor, por un tiempo le estremezca, mas cuando el cáliz le sea más amargo y reconozca ante el juez de su conciencia sus errores, comprenderá que las pruebas son lecciones para el espíritu, con que la vida os toca, para deteneros en la carrera vertiginosa que os conduce al abismo.
Existen quienes llegan pronto a esta comprensión, evitando con ello muchos sufrimientos, otros son duros y tardíos para comprender, llegando hasta a blasfemar y a renegar, aumentando con ello su cáliz de amargura. Ciertamente yo os pruebo, os juzgo y os toco, pero al mismo tiempo, os sustento os perdono, y os levanto, jamás saldrá defraudado un espíritu de mi presencia, porque en Mí, no cabe la menor injusticia.
Aceptad las pruebas con valor y confianza, ellas no se apartarán ni se resolverán con vuestra rebeldía o inconformidad. En verdad os digo que si Yo hubiese sentido miedo a la cuesta del calvario, y a la cruz, todavía estariais esperando al Mesías. Comprended cual es el fruto que debéis de recoger de cada prueba, para que sea más breve vuestra expiación.
Sois como arbustos que a veces tienen ramas tan secas y enfermas, que necesitan del corte doloroso de la poda, para apartar vuestros males y haceros recobrar la salud. Mi justicia de amor, al arrancar del árbol humano las ramas enfermas que carcomen su corazón, lo eleva. Cuando a un hombre le va a ser cortado un miembro de su cuerpo, gime, tiembla y se acobarda, aun sabiendo que es para apartar de él lo que tiene enfermo, lo que está muerto y amenaza a lo que aún puede vivir. También los rosales, cuando sufren el corte doloroso de la poda, vierten su savia como lágrimas de dolor; pero luego, se cubrirán de más hermosas flores
Esta es una enseñanza que debéis tener siempre presente, reconociendo que ésa es la forma en que podéis elevar la razón a la altura de la conciencia, porque sólo la conciencia es la que conoce la realidad del espíritu y la realidad humana.
Meditad en mis palabras y ya veréis cómo al volver vuestro pensamiento hacia Mí, me diréis: Maestro, perdóname, la injusticia no existe en mi destino, yo soy el injusto conmigo mismo. Sé que en vuestro corazón están impresas las señales de las tempestades que por él han pasado y en todo vuestro ser veo la fatiga de una vida que hoy comprendéis que no puede ser eterna. La vida en la Tierra siempre ha sido de prueba y de expiación para el hombre; mas nunca había estado este camino de evolución tan lleno de dolor como ahora, nunca había estado el cáliz tan lleno de amargura.
El dolor es en todos los hombres en este tiempo y por medio de él seré buscado, sin embargo, Yo os invito a que me encontréis por amor y que no sea el dolor el que tenga que despertaros. Hoy muchos maldicen el dolor, pero mañana lo bendecirán como a un maestro que les enseñó bellas y elevadas lecciones. Yo deseo que sea siempre el amor del Maestro el que os enseñe el camino y la finalidad de la vida; pero hasta ahora vosotros habeis preferido que sea le dolor el que os enseña. Ya pasareis de ese amargo maestro, a recibir las lecciones de quien os enseña con dulzura.
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